El diputado nacional Juan Carlos Junio fue entrevistado por la revista Hamartia en su número 17. Aquí la nota completa en la que Junio se explaya sorbre la recuperación de YPF.
Durante el tratamiento del proyecto de Ley de Soberanía Hidrocarburífera, Juan Carlos Junio, diputado Nacional por la Ciudad de Buenos Aires, planteó que la recuperación de YPF era un acto de reparación y de soberanía. “Se restituye un patrimonio económico decisivo para el futuro de nuestro pueblo y se recupera un símbolo de nuestra identidad nacional”. Junio, que llegó a la política de la mano del movimiento cooperativista, ahora dirige el Centro Cultural de la Cooperación e integra el Partido Solidario. Defiende el rumbo del gobierno nacional desde el Frente Nuevo Encuentro, donde confluyen distintas identidadades políticas. “A poco de que se cumplan 90 años de la fundación de YPF durante el gobierno del Presidente Hipólito Yrigoyen, con esta decisión rendimos nuestro homenaje al General Enrique Mosconi, un auténtico general sanmartiniano”.
–¿Por qué se pudo recuperar YPF ahora y no antes?
–Es que ahora hay condiciones más favorables para meterse con YPF. No nos olvidemos que venimos de una época neoliberal, con su política de privatizaciones,la tendencia a desregular, a hacer desaparecer al Estado y enajenar su patrimonio.
En los ‘90 hubo un triunfo cultural neoliberal en términos muy extremos en la Argentina. Uno de los mejores ejemplos que el sentido común, en gran parte, lo instituía la “Doña Rosa” de Neustadt. Si el teléfono era norteamericano, japonés o argentino daba lo mismo, lo que importaba era que funcionara. Eso se impuso en la sociedad, había un consenso. Hoy, vivimos un cambio de época notable en nuestro país y fundamentalmente en nuestro continente. Desde el 2003 en adelante ya hay una actitud política de confrontación con los poderes y el pueblo ha ido valorando positivamente cada una de esas confrontaciones. Quizá, un excelente ejemplo, es justamente YPF. Pero ya había pasado con la reestatización de las AFJP, con el Matrimonio Igualitario, la Ley de Medios, la Asignación Universal por Hijo, la ampliación a 2 millones y medio de jubilados que estaban excluidos. Todas esas grandes decisiones concitaron adhesión. Pero hay un punto central en la política de los últimos tiempos que es el 23 de octubre. Fue un pronunciamiento popular muy contundente, 14 millones de personas aprobaron este rumbo y está claro que es un espectro absolutamente diverso tanto en términos de identidades políticas como en términos de la extracción social. Se votó por la continuidad del rumbo. Hay una conformidad respecto de que este rumbo va mejorando la vida del país, de los ciudadanos y el lugar en el mundo que merecemos como argentinos. En esta nueva fase del proyecto kirchnerista hay que abordar todavía grandes temas estructurales y de eso se trata aquel rumbo.
–¿De qué se trató la apuesta al grupo Eskenazi? Era un propuesta del mismo gobierno…
–Ahí hubo una búsqueda que no funcionó. El grupo Eskenazi acompañó la conducta depredadora de los capitalistas Repsol y concentró su esfuerzo en remesar todas las ganancias. Lo que demostraron es que su interés era que su participación se pague con las ganancias, porque ese era el acuerdo, y eso fue disfuncional para el país. Por eso creo que ahora hemos llegado a un punto de madurez al respecto. La presidenta lo planteó en el discurso de inicio de la Asamblea Legislativa el 1º de marzo, cuando informó que estábamos importando 9500 millones de dólares en combustible y que la situación no se podía sostener más, que había que enfrentarla y resolverla. A partir de esa voluntad política de generar un viraje en este sentido, se fue construyendo en las provincias un consenso para enfrentar a Repsol, se fue instituyendo un mecanismo de acuerdo entre la Nación y las provincias. Esto es muy trascendente, porque la reforma constitucional del ‘94 fracturó el poder de la Nación y dejó a las provincias negociando con grandes corporaciones mundiales, cuyo poder económico, cultural, político, militar y de lobby es realmente fenomenal.
Se dio como un falso federalismo, ¿no? Ahora se encuentra una respuesta interesante con la creación del OFEPHI (Organización de los Estados Productores de Hidrocarburos) y la nacionalización de YPF que establece que del 51% que le corresponde al país, el 26% es para la Nación y el 25% para las provincias, de forma tal que ese 51% va a ser controlado entre las provincias y la Nación. Hay un mecanismo superador de la debilidad en que nos dejó la reforma del ‘94. El corazón de la decisión es el Artículo 1 de la ley, que declara a la empresa de utilidad pública, por lo tanto es sujeta a expropiación como lo establece el artículo 17 de la Constitución Nacional. De esta manera, el petróleo deja de ser un commodity, es decir, un producto comerciable al mejor postor para ganar toda la plata que cada uno pueda. Cambia ese concepto típico del libre mercado, como todavía pasa con los granos, son el alimento de la humanidad y sin embargo son commodities.
Con eso no estamos de acuerdo. Pero en el caso de YPF se logra liquidar ese concepto y pasa a ser una empresa que tiene un sentido sujeto público. Esto no es una empresa que fabrica zapatillas, es un recurso natural como el agua, el alimento, los minerales. Se dio un salto cualitativo enorme. En el discurso de la presidenta se incorpora el concepto de empresa administrada por el Estado pero con eficiencia empresaria.
–¿Por qué el 51% y no el 100%?
–Nosotros planteamos desde Nuevo Encuentro la reestatización. No es ninguna cuestión alocada ni heterodoxa en la Argentina ni en el mundo. Desde 1922 hasta la privatización en los ‘90, YPF siempre fue del Estado. Además, en medio mundo, las petroleras son totalmente el Estado. El gobierno optó por el 51% y nosotros igualmente lo apoyamos con determinación. El salto es extraordinario porque retoma el control político, casi que se optó por el modelo Petrobras, el modelo de Brasil en que efectivamente el Estado tiene una parte muy importante. La otra parte, se divide entre un grupo de empresas paraestatales o estatales y una porción que está colocada en las bolsas de distintos países. La experiencia brasileña es muy positiva, es un país que no tenía autoabastecimiento y ahora los resultados son enormes e incalculables y sin ese modelo, el famoso desarrollo de Brasil no hubiera sido posible.
–Antes Repsol impedía el control de los precios.
–Sí, todo el tiempo estaban presionando para mejorar su precio, obtener másganancias y para colmo, remesar el 100% de ellas y no reinvertir aquí. Este tipo de grupos, tiene la visión empresaria de maximización total y absoluta de las ganancias sin cumplir incluso con uno de los conceptos básicos del capitalismo que es reinvertir en la empresa para que siga generando rentabilidad. Por eso hablamos de depredación. No se trata de una palabra rimbombante, si no que está cargada de sentido. La industria petrolera en el mundo y en la Argentina también, ha demostrado no ser para nada humanistas. Aún así, remesan a sus casas matrices el 25% de sus utilidades y el 75% restante lo reinvierten. En cambio acá, esta gente directamente se llevaba el 100% y los socios, además de llevarse sus utilidades, reinvertían en otros lugares, fundamentalmente en el norte de África porque aparentemente ellos consideran que hay un futuro mejor que acá. Pero finalmente, llegó la hora de que nosotros recuperemos nuestra empresa petrolera. Es una bisagra en la historia argentina, no es solamente una cuestión testimonial, hay una reafirmación de nuestra identidad cultural. Desde que nací, YPF ya era parte de nuestra identidad. Yo creo que ese es uno de los elementos que motivó tanto apoyo de la sociedad, incluso de una franja de la sociedad no kirchnerista, hasta antikirchnerista, me animaría a decir. Hay una recuperación de un valor cultural y también hay una clara comprensión de que un país no puede seguir desarrollando su sistema productivo sin generar riqueza, porque para distribuirla hay que generarla primero y sin el combustible se hace difícil.
–Otro gran debate relacionado con los recursos estratégicos es el de la minería.
–Las grandes empresas mineras tienen ganancias fenomenales. Superan en dos o tres veces la rentabilidad promedio de las 500 corporaciones más importantes que hay en Argentina. Tenemos el enorme desafío de que la minería se incorpore como un factor fundamental para el desarrollo productivo y social del país y, a su vez, que se garantice que no se dañe el medio ambiente, si no por el contrario que se transforme en un elemento civilizatorio en las zonas donde esto se genera, tiene que ser posible. En Ecuador, Correa logró incorporar a la naturaleza como un sujeto de derecho, casi como si fuera un ser humano. Es un paso extraordinario desde el punto de vista conceptual con vistas de defender a la naturaleza de la creciente depredación capitalista.
–¿Siguen apostando a proponer una nueva ley de Servicios Financieros o alcanza con la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central?
–Claro que seguimos militando por la Ley de Servicios Financieros. Juntamos más de un millón de firmas y está el apoyo de miles y miles de instituciones que representan a cientos de miles de personas. Sin embargo, en la apertura de la sesión legislativa, el 1º de marzo, la presidenta privilegió la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central en lugar de cambiar la vieja Ley de Entidades Financieras. Incluso nos dijo que nuestro proyecto de ley era “Mucho ruido y pocas nueces”. Debo decir que nosotros estábamos y estuvimos de acuerdo con que era imprescindible una reforma en la carta orgánica, tanto es así que teníamos un proyecto propio al respecto. Fue por eso que convinimos en que había que apoyarlo, porque se trataba de una ley trascendental, y propusimos algunas modificaciones a la reforma del gobierno que fueron aceptadas. Aún así, seguiremos insistiendo con el proyecto de Ley de Servicios Financieros.
Artículo publicado el 3 de Julio de 2012. Revista Hamartia: www.hamartia.com.ar