Página/12 | Opinión
Los últimos acontecimientos de la política nacional superaron todas las expectativas locales y las temáticas específicas recientes de cualquier otra índole. Resulta lógico e inevitable que así haya ocurrido, ya que la cuestión del endeudamiento con el FMI contraído por Mauricio Macri y el gobierno de Juntos por el Cambio es determinante para el presente y lo será para el futuro de la nación y la vida de la ciudadanía.
Finalmente, la Cámara de Diputados aprobó el programa de refinanciación de la deuda que comenzará a pagarse dentro de cuatro años y medio. Cierto es que se generó una importante polémica en el Frente de Todos que se expresó en la votación positiva de una parte mayoritaria de los legisladores, mientras que otra se inclinó por el voto negativo o la abstención. La determinación de unos y otros ante una encrucijada tan determinante, merece nuestro respeto, ya que fueron la expresión de sus convicciones y son compañeros de ruta por nuestras luchas comunes e ideales de siempre. Sin embargo, no dudamos en sumarnos al reclamo y al sentimiento generalizado de quienes integramos el enorme bloque político, social y cultural aglutinado en el Frente de Todos sobre la imperiosa necesidad de defender la unión de la coalición triunfante en el 2019. La división del campo del pueblo ha sido desde el fondo de la historia el arma principal de los dominadores. Aplicaron en todos los tiempos, con marcado éxito, aquel apotegma atribuido a Julio César que ya cumplió dos mil años: “divide et impera”. O más sencillo: divide y domina. En consecuencia, no solo es necesario, sino que es posible mantener la unidad, aunque reconocemos que se trata de un gran reto, particularmente para quienes fueron elegidos por el pueblo como dirigentes políticos.
En lo referente a nuestra Ciudad Autónoma, si aireamos el frondoso follaje protector de los grandes medios en torno al jefe de Gobierno, observamos nítidamente su alineamiento con su jefe político Mauricio Macri y con Patricia Bullrich en la postura rupturista frente al acuerdo. Tras las brumas mediáticas se decidió por halconear, respondiendo a su verdadera naturaleza. Esta postura es consecuente con su reciente huida subrepticia y vergonzante de la Asamblea Legislativa junto al grupo de halcones exaltados.
Dos noticias trascendentes sobre nuestra ciudad alteraron la muralla comunicacional que ampara al jefe de Gobierno: la justicia porteña declaró la nulidad del infame convenio de Rodríguez Larreta con el super empresario capitalista Eduardo Elsztain, dueño entre tantos mega inmuebles y negocios de la parcela privada ribereña más grande de nuestra ciudad. El fallo es trascendente, además, por sus fundamentos: señala que está en juego “un gran humedal de invaluable biodiversidad que sostiene la vida en la capital” y contiene más de dos mil especies vegetales y animales además del “rol fundamental en el equilibrio eco sistémico”. En su fundamentada resolución, el juez Aurelio Ammirato declaró inconstitucional el convenio, teniendo en cuenta que está viciado, ya que omitió las instancias de participación ciudadana que la ley impone. Se trata, en suma, de una derrota jurídica y política del PRO en la CABA, pero además desnuda la conducta inmoral de Rodríguez Larreta que privilegia un negociado con su poderoso socio, avasallando toda política de cuidado y respeto del medio ambiente y la naturaleza.
La otra noticia que conmueve, a pesar del intento mediático por relativizarla, es el guarismo recientemente publicado del 10 por ciento de aumento de la indigencia en nuestra ciudad en febrero, según datos de la Dirección General de Estadística y Censos porteña. Este cuadro social no solo afecta a los 850 mil habitantes pobres de los núcleos más humildes, sino que va involucrando cada vez más a franjas vulnerables de la clase media. Cierto es que una parte de este cuadro social dramático es consecuencia de la crisis económica nacional originada en los años del macrismo y luego de la pandemia. Sin embargo, el gobierno de la CABA podría y debería hacer mucho para defender al pueblo porteño, tanto en lo referente a controles frente a los abusos de precios, como a brindar ayuda económica y crediticias a distintos sectores sociales afectados por la doble pandemia.
La otra novedad importante es que la gestión de Rodríguez Larreta se propone avanzar hacia “el shopping más largo del mundo”; que se conformaría con las concesiones de 4 kilómetros de tierras fiscales lindantes al bajo viaducto del ferrocarril Mitre (Ramal Tigre).
Esta nueva concesión al negocio privado cuenta obviamente con la resistencia de distintas agrupaciones vecinales del barrio de Belgrano, Palermo y Núñez, por el impacto medio ambiental que tendría este proyecto comercial en los 53.728 m2, adjudicado al empresario surcoreano SangHakChoe.
En realidad, nuestra Ciudad no necesita más negocios inmobiliarios sino más espacios verdes para dejar de ser una de las urbes con menos metros cuadrados por habitantes en Latinoamérica.
Hace 14 años que el macrilarretismo aplica está lógica política que se materializa en la subordinación de los recursos públicos al sistema de negocios de empresarios privados actuando con una exasperante dromización de la cosa pública inspirada en el apotegma de aquel patético Ministro menemista: “nada de lo que deba ser privado, permanecerá en manos del Estado”. Esa era la idea y el mandato de la época, a pesar de su furcio histórico.
Ante estos despropósitos que van acentuando un modelo de ciudad expulsiva y antiecológica tenemos que afirmarnos en la necesidad de transitar hacia una ciudad nueva y distinta, ya que recursos económicos sobran. Para lograrlo es necesario interpelar a la ciudadanía porteña a involucrarse en pos de una ciudad en la que primen las políticas de protección de medioambiente, ampliación de espacios verdes, parques, plazas barriales, etc. Para ello, debiéramos acudir a la gran reserva democrática y humanista que anida en la conciencia de millones de vecinos y vecinas de nuestra ciudad.
Nota publicada en Página/12 el 16/03/2022