La humillación trumpeana y el empresario antiimperialista

Minuto Uno | Opinión

Por Juan Carlos Junio

trumpA días de comenzar un nuevo gobierno en la Argentina, el presidente Donald Trump marcó la cancha. Acostumbrado a gobernar por Twitter y sin respetar a nadie anunció que restituye los aranceles al acero y el aluminio a Brasil y a la Argentina. La excusa fue las devaluaciones de las monedas en estos países. Se trata, en realidad, de un argumento engañoso. En 2018 Argentina devaluó 100% su moneda y Trump, lejos de castigarnos, nos puso en la exclusiva lista de países perdonados, a los cuales mantenía libre de aranceles, mientras sancionaba al resto del mundo con alícuotas de 25% sobre el acero y 10% sobre el aluminio, en una nueva escalada de la disputa comercial con China. ¿Y ahora que se devaluó la mitad que en 2018, nos saca violentamente de la lista? Así, sin aviso, sin negociar, a tal punto que el gobierno argentino, una vez más, no sabía nada.

El impacto en la economía nacional no será menor. Si bien solo el 0,6% del acero y el 2,3% del aluminio que entra a EE.UU. provienen de la Argentina, se trata nada más y nada menos que del 40% del aluminio que exportamos, y del 10% del acero. Estimaciones indican que perderíamos 700 millones de dólares de exportaciones, justo cuando más las necesitamos.

Trump adujo que las devaluaciones perjudican a los agricultores norteamericanos. Por lo tanto, la medida sobre el acero y aluminio no es otra cosa que una represalia que cae sobre sectores que nada tienen que ver. De hecho, las devaluaciones argentinas son el resultado de un descalabro financiero del macrismo, y en tal sentido la mayor responsabilidad la tuvo el endeudamiento vertiginoso con el FMI promovido justamente por el gobierno de Trump.

Solo tras el anuncio, las acciones de Aluar se hundieron 8,5%. Su presidente Javier Madanes Quintanilla se quejó del gobierno de Macri por «el nivel de inoperancia en el manejo de la estrategia de negocios internacionales, que asusta». Su lectura es mucho más realista que la del canciller Jorge Faurie que se la pasó allanándose pasivamente a los dictados de Estados Unidos. Pero el empresario fue por más: “Antes te mandaban a los marines, después a los aparatos de inteligencia y ahora hacen un modelo de guerra, a veces encubierta, a veces declarada, que incomoda mucho la situación de los países más débiles en términos de materia comercial. Esto lo venimos viendo hace rato. ¿Por qué lo hace? No sólo por la balanza. Hay otros temas que interesan, como la posición geopolítica de los países, en ciertas regiones, con China. Pero abiertamente usan este tipo de políticas para manejar otros intereses”. Así es que nos encontramos con una rareza, un Madanes antiimperialista.

Al gobierno saliente se le terminan de quemar los últimos papeles que tenía para lucir, ser un buen alumno del Fondo y de EE.UU. «Así paga el diablo», diría el viejo caudillo. Lo cierto es que esta política comercial es parte de una política mayor sobre América Latina, que en países como Bolivia se basa en apoyar el golpe de Estado, y en la Argentina de Alberto Fernández y Cristina Kirchner intenta condicionar, desde el vestuario, a un gobierno progresista que sugiere una amenaza a la hegemonía norteamericana.

Brasil representa el 13% de las importaciones de acero en EE.UU., pero Bolsonaro «amenazó» que de ser necesario hablará telefónicamente con Trump, ya que tiene el canal «abierto». Sin embargo, el Brasil de Bolsonaro cae en la volteada a modo de escarmiento.

El fracaso de Macri en la política internacional solo es igualado por el tendal que deja en la economía nacional. Según un relevamiento de Ámbito Financiero, en los últimos 30 días los precios de una canasta de alimentos y productos de higiene y limpieza subieron casi 8%, el doble de lo que estiman los privados. La Universidad de Avellaneda pronostica que la canasta veraniega será un 57,2% más cara que el año pasado, y que en promedio un trabajador destina el 140% de su salario para vacaciones.

Así viene este fin de año y el verano, mientras que para marzo ya está anunciado el aumento en la cuota de los colegios privados bonaerenses y de la Ciudad de Buenos Aires, un 20% más que se sumará al 19% que se autorizó en noviembre. Los establecimientos que no reciben apoyo estatal subirán entre un 25 y un 30%. Además, tras que el consumo de carne vacuna per cápita bajó casi 6 kilos en el año (ubicándose en 52 Kg) se anuncia «para el verano» un aumento del 40%.

En contraposición, los salarios de septiembre en el sector privado cayeron 3,1%, en el público 2,2% y en el privado no registrado 4,2%.

Queda clarísimo que los desafíos son enormes. Hará falta más democracia y más pueblo participando, siendo protagonista de su destino.


Nota publicada en Minuto Uno el 05/12/2019

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