El macrismo sin «Plan B»

Minuto Uno | Opinión

Por Juan Carlos Junio

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El presidente Mauricio Macri está decidido a profundizar el modelo de ajuste que aplica desde que llegó a la Casa Rosada y a apostar todo a la apertura al mundo. El único problema que hay es que ya es evidente que el plan no funciona y no hay ningún «Plan B».

La amarga sorpresa del avance sobre el INCAA, una institución autárquica, es una muestra más de la profundización del modelo recesivo, particularmente en el rol del Estado como sustento de políticas sociales y culturales. Una vez más resulta imprescindible remitirse al Presupuesto Nacional. El INCAA contabiliza un total de recursos de 2.855 millones de pesos, de los cuales 1.556 millones los adquiere a través de impuestos, y buena parte del resto con otras fuentes de recursos propios como los aranceles de películas extranjeras, entre las que cuentan las crudamente denominadas «tanques» que suelen barrer la taquilla. Comparando el presupuesto del INCAA de 2016 con el de 2017, teniendo siempre en mente que la inflación había sido del 40% anual, se advierte que los Subsidios a Productores en el presente año aumentan apenas un 23,1% y que los Subsidios a Contenidos de TV pasan de 30 millones de pesos en 2016 a 0 pesos en 2017. Un auténtico apagón televisivo.

Como sabemos, el INCAA no se financia con el dinero de los jubilados. Ya se usó ese dislate para argumentar la eliminación de la gratuidad de la televisación del fútbol y entregárselo en bandeja a los «hombres de negocio». El Instituto obtiene recursos propios a través de impuestos, que las corporaciones no quieren pagar más, aprovechando el momento político que las favorece en todas sus peticiones. El monto por impuesto al cine se mantiene con un incremento del 43,9%, pero los impuestos «AFSCA», que es el rubro de mayor monto, apenas lo hacen en 14,2%; los de internet sólo 17% y los de video directamente retroceden un –5,2%. Apenas mirando algunas partidas, queda al descubierto que el rollo del ajuste ya estaba previamente cargado en el proyector.

Se trata de una película clasificada en el rubro terror que ya vimos, muy particularmente con la eliminación de las retenciones que reclamaba perentoriamente la sociedad rural. En suma, los sectores con mayor capacidad contributiva no quieren pagar impuestos. El marco general de la economía argentina es de achicamiento. El INDEC reveló esta semana que se han cerrado 4.462 empresas, de las cuales más de 2.500 eran micropymes. Y se perdieron 68.314 puestos de trabajo formales, a los que hay que sumarles por lo menos otros dos trabajadores no registrados por cada puesto formal.

A pesar de ello, esta semana decidieron profundizar el ajuste. El Banco Central subió otra vez la tasa de referencia en su quimera de bajar la inflación por vía monetaria. Todo indica que nadie le cree, incluyendo al FMI, que su pronóstico dista mucho de la banda 12-17% que prometió Sturzenegger. El Fondo habla de 25,6% en el año. Mientras la Ciudad publicó una inflación de marzo del 2,9 %. En la presentación del Informe Monetario, Sturzenegger adelantó que piensa llevar la relación de reservas sobre PBI de 10% a 15%. Lo llamativo es que anteriormente criticaba ácidamente la política de acumulación de reservas, como un derroche de dinero, ya que implicaba perdida de intereses, mientras acumula grandes pasivos con altos intereses a través de LEBAC.

El concepto central lo dio el presidente Macri ante la prensa extranjera: «No hay Plan B». Así las cosas, el modelo está jugado a un único plan: la apertura al mundo. Pero un gran problema es que no está funcionando. Al freno a nuestros limones tucumanos, ahora Estados Unidos paralizó el ingreso de biodiesel argentino. Pero a diferencia de los cítricos, en el caso del biocombustible Norteamérica es un destino clave y el volumen es mucho más importante. En 2016 nos compró el 90% de las exportaciones totales del producto por US$ 1.240 millones.

Lo más curioso es el argumento que se esgrime desde Estados Unidos: acusa a la Argentina de dumping, es decir, estaríamos vendiendo nuestro biodiesel a los norteamericanos más barato de los que se lo vendemos al pueblo argentino. Aranguren no para.

Es un año duro para los docentes, los científicos, los artistas, pequeñas empresas y todos aquellos que tienen la convicción de que el Estado debe servir como instrumento de transformación de la realidad, para hacerla más justa y más solidaria. El Presidente fue implacable: definió al Estado como «aguantadero». Cabe preguntarse cómo se propone intervenir desde el Ejecutivo ante un Estado al que denuesta y descalifica.

Nota publicada en Minuto Uno el 24/04/2017

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