Revista Acción
Primera quincena noviembre de 2015
Edgardo Form y Juan Carlos Junio repasan su trabajo legislativo y reflexionan acerca de la participación política desde el cooperativismo.
Texto: Alberto López Girondo
Fotos: Jorge Aloy
Hace 4 años Edgardo Form, entonces gerente general del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC), y Juan Carlos Junio, director del Centro Cultural de la Cooperación, daban un paso trascendente: seguían el camino marcado por el recordado Floreal Gorini en 1995 y continuado por Carlos Heller en 2009. Electos como diputado nacional, Junio, y legislador porteño, Form, llevaron a los recintos legislativos la mirada cooperativa forjada durante décadas de militancia en la economía solidaria en el marco del movimiento liderado por el IMFC. Cerca de concluir sus mandatos, hacen un balance de la experiencia y relatan los logros y las iniciativas que quedaron en el camino en su gestión legislativa, así como los diferentes contextos en los que debieron actuar.
«Nosotros somos militantes del cooperativismo desde la juventud y militantes políticos de toda la vida, sin embargo nunca habíamos hecho una experiencia parlamentaria», adelanta Junio. «La política y lo social para nosotros es habitual pero no lo parlamentario. Hasta que alguna vez Floreal Gorini nos dijo: “Estoy pensando en formar parlamentarios para un futuro”. Luego eso ocurrió».
–¿Cómo fue esa experiencia?
Junio: En mi caso, compartí el bloque con Carlos Heller y otros compañeros, con los que desarrollamos una experiencia muy ligada con los tiempos que nos tocaron vivir. Se discutieron y promulgaron leyes de enorme avanzada en el marco de un kirchnerismo al que nos fuimos integrando con plena convicción y que transitó por un período de radicalidad, de recuperación del patrimonio nacional. Quizás la ley más importante que me tocó votar fue la de la recuperación de YPF. Otra muy trascendente fue la estatización de los fondos de jubilación y pensión, por lo que implicó para el Estado nacional, que estaba vaciado de poder. Durante estos años se generaron importantes leyes relacionadas con la vida, la juventud, la familia, con los femicidios, con la trata de personas. Se avanzó en cuestiones de salud, vacunación, la Asignación Universal por Hijo, en la recuperación y creación de nuevos derechos sindicales. Estamos hablando de enormes cambios sociales. La lucha política, la lucha en el Congreso Nacional, genera grandes cambios sociales que para mí son cambios de época. Pero también nos queda la experiencia parlamentaria en sí misma, el debate. El Congreso es un lugar de búsqueda de consensos, para lo cual hay que incorporar cambios de conducta novedosos.
–¿Por qué?
Junio: La búsqueda de consensos implica diálogo y aprender a hacer concesiones para lograr todo lo que se quiere hacer. Si todos se plantan en posiciones refractarias, se hace muy difícil. Participé de un núcleo de kirchnerismo y aliados que, como teníamos el quórum justo, participamos con asistencia perfecta al 100% de las sesiones.
–Este período fue uno de los que mostró mayor actividad parlamentaria.
Junio: Yo creo que sí, por la comprensión del momento político, por la valoración del trabajo parlamentario. Puedo decir que he vivido un momento notable, un momento de grandes transformaciones políticas y culturales y también una gran experiencia personal.
–Usted, Form, ¿cómo vivió la llegada a la Legislatura?
Form: Para nada. Como dice Juan Carlos, nosotros nos iniciamos en el movimiento cooperativo desde muy jóvenes y transcurrimos la mayor parte de nuestras vidas en el movimiento, una formidable escuela de construcción social, de difusión de valores, de creación de entidades genuinamente cooperativistas. Pero también una escuela de batalladores por una cultura diferente. «Batalla cultural» es un término que se acuñó en los 90, pero podemos afirmar que desde el inicio mismo del IMFC se desplegó una batalla cultural que incluye a Acción, que el año que viene va a cumplir 50 años. En mi caso, debo confesar que no tenía en mis planes acceder a un cargo electivo en algún ámbito institucional. Recuerdo siempre que el 24 de marzo de 2011, en vísperas de iniciar la Marcha por la Memoria, la Verdad y la Justicia, estábamos en la Avenida de Mayo y 9 de Julio y Carlos Heller me tocó el hombro y me dijo por lo bajo, discretamente, «te vamos a proponer para legislador de la ciudad». Así participé de esa elección. El día del comicio estábamos en el Hotel Castelar siguiendo el escrutinio, miraba las cámaras, los resultados parciales, las tendencias, y no terminaba de caer en la realidad.
–¿Esperaba ser elegido?
Form: Estaba en una especie de limbo. El Vaticano dejó sin efecto la categoría de limbo pero yo estaba en esa instancia (risas). Cuando llegaron los compañeros del comando central de campaña, me abrazaron y felicitaron, recién comencé a tomar conciencia. A partir de allí y desde el 10 de diciembre de 2011 hasta el presente, puedo dar fe de un aprendizaje muy rico, aunque, claro, con una gran envidia hacia la trayectoria de nuestros compañeros en el Congreso de la Nación, a los que miramos y decimos «qué maravilla, en cada sesión consagran un nuevo derecho, un avance en la transformación política».
–Usted trabajó en un escenario muy diferente.
Form: Claro, porque en la legislatura porteña hay 60 diputados, el PRO tiene 28 y nosotros en total 17, es decir, hay una disparidad numérica notable. Nuestro interbloque con mucho esfuerzo ha procurado llevar adelante iniciativas parlamentarias. En lo personal tengo el orgullo de haber sido una suerte de abanderado del cooperativismo. Uno de los logros quizás más importantes es haber obtenido la exención del impuesto a los Ingresos Brutos para las cooperativas de trabajo y vivienda, en un esfuerzo por instalar la temática de la economía solidaria y obtener reivindicaciones. Otro de los aportes fue la sanción por unanimidad de la primera parte de la ley que le da el marco normativo a los centros culturales de la ciudad, permanentemente acosados por el gobierno de Macri. Este año, hace muy poquito, se logró la sanción de la segunda parte, más reglamentaria, de esa ley.
–¿Cómo se interpreta la participación política en los ámbitos cooperativos?
Form: Desde hace un tiempo ha habido un cierto cambio en la concepción doctrinaria del movimiento. Hace décadas se hablaba de neutralidad política y religiosa pero ya en 1963 comenzó a modificarse ese concepto, porque la neutralidad termina beneficiando a los poderosos. En 1995 se actualizaron los principios rectores del cooperativismo y se establece concretamente la independencia y autonomía, pero también se empieza a hablar de incidencia política sobre los poderes públicos. Sostenemos que es importante que los dirigentes y referentes del movimiento, sean del signo político que sean, encaren una pelea por ingresar a los ámbitos donde se toman las decisiones. No alcanza con elaborar propuestas para que otros las lleven a la práctica, es el momento de transformar esa trayectoria de propuestas, de organización, de gestión de la economía solidaria en una forma organizativa que permita el acceso a lugares donde se toman las decisiones y el instrumento es la fuerza política. Por eso hemos creado el Partido Solidario, que condensa todo lo que sentimos y pensamos y venimos haciendo a lo largo de nuestra existencia.
–¿Cuáles fueron sus logros y qué no pudieron concretar?
Junio: Nuestro proyecto principal en la Cámara lo llevó adelante Carlos Heller, el proyecto de ley de servicios financieros. A pesar de que conseguimos más de un millón de firmas para respaldarlo, todavía no logramos aprobarla. En lo personal he trabajado varios proyectos, algunos vinculados con la cultura, que no se plasmaron aún, como un cambio previsional para escritores literarios, artistas plásticos, ilustradores y directores de cine. Son importantes reivindicaciones de la cultura. Desde nuestro bloque impulsamos el que dimos en llamar proyecto de «la YPF del litio», que sería un viraje de las políticas mineras de nuestro país. Tenemos la convicción de que es una asignatura pendiente de la democracia para los próximos tiempos que el tema minero entre en la agenda. Otro proyecto nuestro muy trascendente es la creación de un instituto para la memoria en Campo de Mayo, que fue junto con la Esma y La Perla el centro de detención más grande de la dictadura. Allí fueron asesinados más de 5.000 compañeros y tenemos una deuda, la democracia, el kirchnerismo, con los desaparecidos, sus familiares y la memoria fundamentalmente.
Form: Lo que abundan en la Legislatura son declaraciones y beneplácitos, no son muchas las leyes y menos aquellas que les cambian sustancialmente la vida a los porteños. Una ley que logramos concretar por unanimidad es la que declara a Buenos Aires ciudad de tenencia responsable de animales de compañía. No es un tema menor porque estaban vigentes resoluciones que especificaban que un animalito encontrado en la vía pública que no era reclamado, a los tres días era sacrificado. Más recientemente hemos presentado un proyecto para la creación de un hospital de referencia para tratamientos y detección de patologías tempranas en niños recién nacidos. Serviría para concentrar información en uno de los 33 hospitales de la ciudad donde facilitar diagnóstico y terapias adecuadas. También hemos presentado un proyecto para que la estación Venezuela del subte H se denomine Venezuela-Raúl González Tuñón, porque él vivió muy cerca de ahí. Ya tenemos estaciones como Entre Ríos-Rodolfo Walsh y Malabia-Osvaldo Pugliese. También se aprobó la designación de una plazoleta de Puerto Madero con el nombre de Alcira de la Peña, que fue una de las primeras mujeres concejalas en Buenos Aires.
–¿Cómo imaginan su futuro desde el 11 de diciembre?
Junio: Vamos a seguir haciendo lo que hicimos toda la vida, ser militantes del cooperativismo. Yo trabajo en el movimiento cooperativo desde los 16 años, hace 52, así que para mí está en la naturaleza de la vida y en la lucha política. Será en el CCC, que es una creación extraordinaria de nuestro movimiento.
–Queda claro que el retiro no está en los planes.
Junio: No, no está, no lo tengo presente (risas). En cuanto al país, se abre un período de continuidad de la lucha y creo que nos hace falta una gran fuerza política y un bloque político que pueda sostener este proyecto. Sostener las políticas de defensa del patrimonio nacional, de distribución de la riqueza, de lucha por la igualdad, de crecer en el protagonismo de la sociedad. Nosotros tenemos que luchar por todas las asignaturas pendientes para nuestro país y el continente.
Form: En 2011, cuando inicié la participación política partidaria dejé la presidencia de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (COOPERAR), y recientemente me han honrado con la vicepresidencia. Regreso de este modo a esa organización. Estamos protagonizando un proceso interesante de integración, de fortalecimiento de los lazos de unión del movimiento y con una creciente vocación de incidencia política, con un concepto amplio, plural, de incidir en la definición de políticas públicas. COOPERAR aprobó un documento que se va a enviar a todos los dirigentes políticos, con la mirada puesta en un incremento de la presencia cooperativa en la economía argentina, que hoy día es del orden del 10% del PBI. Aspiramos a que la economía solidaria ocupe el 30% de la economía. En cuanto a nuestro aporte al fortalecimiento de la integración cooperativa, personalmente tengo el honor de haber sido designado presidente del IMFC en el marco de la Asamblea General celebrada el 17 de octubre último. Desde ese lugar, tal como lo expresé al cierre de dicho acto institucional, asumo el compromiso de continuar el legado que nos dejó Floreal Gorini, para que el Instituto Movilizador siga formando parte de la historia, el presente y el futuro de los movimientos sociales de la República Argentina.
–¿A cuántas personas involucra ese 10% de la economía nacional?
Form: Actualmente son 35.000 entidades que generan 500.000 puestos de trabajo, con cerca de 4.000.000 de asociados. Además hay unos 7.000.000 de compatriotas que reciben luz eléctrica y más de 4.000.000 tienen agua y cloacas gracias a las cooperativas. Planteamos que el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social ya no dependa de un ministerio sino de la Presidencia de la Nación, para tener acceso a todas las dependencias y que pueda gravitar en la definición de políticas públicas. Consideramos que casi no hay área de la economía donde no pueda estar el cooperativismo. Hay que desterrar la idea que existe en algunos sectores de que las cooperativas son las ambulancias que recogen a los excluidos por el neoliberalismo.
–El cooperativismo no es la Cruz Roja del capitalismo…
Form: De ninguna manera. Estamos hablando de grandes empresas de la economía solidaria que funcionan eficientemente y que congregan a millones de asociados y que por el otro lado, por su prédica y por su práctica, también aportan a la batalla cultural. Demuestran que no solo es necesario sino que es posible otra economía.
Junio: No somos la Cruz Roja del capitalismo, nosotros queremos contribuir a cambiar la sociedad radicalmente.
Aportes solidarios
–¿Se puede hablar de resultados concretos del cruce entre política y cooperativismo?
Form: La Argentina tuvo un verdadero impulsor del cooperativismo que fue Juan B. Justo, quien acuñó una frase que tiene plena vigencia: «La cooperación libre es la solidaridad para hacer». Junto con Nicolás Repetto y otros dirigentes fundaron El Hogar Obrero en 1905. Nuestro Instituto tiene un mérito indiscutible: creó el concepto de «el dinero argentino en manos argentinas». Eso dicho en 1958 o en 1966 tenía un valor muy importante, pero hoy en día, en este mundo acosado por los fondos buitre, esa idea es una bandera de emancipación extraordinaria, que además va encontrando eco en otros países y en las Naciones Unidas. El haber demostrado que existe otra forma de administrar las finanzas, que no es la mera intermediación entre la oferta y la demanda para enriquecimiento de los banqueros. Nosotros hemos aportado con el proyecto de ley de servicios financieros a la reforma parcial de la ley orgánica del Banco Central, ya que buena parte de su contenido está en la nueva carta orgánica del organismo. Este es un aporte extraordinario.
Junio: Formamos parte de una cultura cooperativa pero ante este momento de crisis del paradigma neoliberal, lo que durante décadas fue nuestra prédica de economía social y paradigma solidario nos permitió ser parte de una contraofensiva. Compartimos una actitud cultural muy fortalecida que coloca a la economía social como una alternativa no solo de gestión –como es el caso del crédito o de cooperativas de energía y teléfonos– sino como una opción de gestión de gobierno. En el marco del modelo de eficientismo que viene del capitalismo como único modo de gobernabilidad de la economía, nosotros ayudamos a colocar un nuevo paradigma de tres patas: el Estado, la economía social y el sector privado de lucro. Donde haya un fuerte protagonismo de la sociedad podemos imaginar una nueva alternativa de gobernabilidad. Nosotros, que seguimos creyendo en los paradigmas de participación y protagonismo social, puesto que nos nutrimos de las ideas de izquierda, estamos cada vez más convencidos de que se debe ir a alianzas de ese tipo para poder ofrecer nuevas formas de gobierno de la sociedad civil.