BAE
Por Juan Carlos Junio
A fines de junio, con la economía iniciando una reactivación y las paritarias concluyendo con normalidad y con buenos aumentos para los trabajadores, hasta las previsiones de los analistas más críticos al Gobierno, ya no pudieron dejar de señalar que la economía nacional llegará a diciembre sin sobresaltos. El dato no es menor, pues la hipótesis (de la “ciencia política mediática”) del “pato rengo”, esto es que el presidente saliente pierde autoridad en vísperas del fin de su mandato, tendría un correlato económico que llevaría a una hecatombe financiera casi inexorable. Como nada de esto sucedía, alguien apeló al viejo recurso de darle con un palo al avispero del dólar ilegal para que suba unos centavos y así instalar una nueva expectativa cambiaria en plena época electoral.
En el plano político se venían desarrollando las PASO en las provincias con resultados favorables para los oficialismos, básicamente una señal de que la sociedad argentina aprueba las gestiones y no tiene planeado grandes cambios de rumbo. Las más afectadas fueron las propuestas opositoras: el Frente Renovador quedó varado a poco de zarpar, mientras que PRO, con Miguel Del Sel –la segunda figura más conocida después del propio Macri– terminó perdiendo Santa Fe. Los resultados de este último domingo no alteraron la tendencia.
En ese marco, hay que interpretar lo que algunos medios llaman la cotización del “dólar blue”. En realidad, la expresión es incorrecta, porque se trata de un mercado ilegal, de dimensiones muy reducidas, o sea que no opera un mercado como tal, sino que unos pocos operadores se ponen de acuerdo para informar un guarismo. Con la publicación de ese dato de dudosa procedencia se intentó dar por comenzada “la temporada del dólar electoral”, esto es, agitar una vez más el fantasma de una devaluación inminente según avanza el calendario de los comicios. Curiosa interpretación de la democracia la de los especuladores y sus voceros mediáticos, pues pareciera que el mercado quiere adelantarse e imponer su voto, condicionando el del resto de la sociedad y al futuro gobierno. En realidad, al conocerse la fórmula presidencial del FpV, el voto ya estaba cantado. A la consolidación del proyecto económico del oficialismo y al fracaso político del catastrofismo de la oposición, el kirchnerismo presentó una fórmula con Daniel Scioli (quien goza de una importante adhesión) y Carlos Zannini, expresión del kirchnerismo más cercano a la presidenta Cristina, quien está terminando su segundo mandato consecutivo con un grado de aprobación inédito en la historia argentina.
En realidad, previendo las maniobras desestabilizadoras, el Gobierno se adelantó a estas intentonas del “dólar electoral”. Para ello recurre a dos tipos de medidas, una de mercado, y otra represiva aplicando las leyes. A la demanda de trabajadores de altos ingresos y de la clase media que compra dólares sostiene el ofrecimiento de comprarlo para el ahorro en el mercado oficial a un precio menor que el ilegal. Este costo fiscal tiene la ventaja de atacar el dólar ilegal por dos vías: reduciendo su demanda, pues una parte se vuelca al dólar ahorro, y aumentando su oferta, en caso de que algunos de los dólares ahorro terminen siendo ofrecidos en el mercado negro, actividad ilícita fogoneada por los analistas en los medios de comunicación monopólicos. Por otro lado, con los grandes evasores mostró autoridad para cortar en seco esta escalada del mal llamado “dólar blue”, dando el mensaje de que no habrá concesiones al poder económico y, mucho menos, a los que se asocian a los mecanismos ilegales.
En las últimas semanas, el Banco Central y la Proselac agudizaron los operativos de control y sanciones de las operaciones ilícitas en la city. A las consabidas crónicas de operadores “agarrados con las manos en la masa” escondiendo bolsones de dinero en oficinas paralelas no habilitadas para tal fin (y para ningún otro), se sumó un pez gordo que no debería nadar en estas aguas procelosas: se descubrió la participación de Carrefour, una gran corporación multinacional, como proveedora de billetes en el circuito ilegal para lograr diferencias usurarias. La noticia es de gran trascendencia, pues comienza a evidenciarse la complicidad de los grandes capitales en las operaciones ilegales y en las prácticas desestabilizadoras.
Esta primera acción de invierno de los especuladores de siempre no tuvo impacto en el dólar oficial ni en la inflación, una prueba más de que la sociedad ya no entra fácilmente al amague cuando se percibe un horizonte previsible, de sostenimiento de un modelo económico y social que distribuye riqueza y defiende el sistema productivo nacional.