Contra las maniobras en el mercado de cambios
La política de controles sepultó las predicciones de los sectores que apuestan al fracaso del gobierno.
Por Juan Carlos Junio
En los últimos días se apagaron las voces que auguraban un inminente Apocalipsis cambiario para el último trimestre del año, asociado al comportamiento del dólar ilegal. De hecho, desde finales de septiembre las crónicas reflejaron una tendencia opuesta a la que algunos profetas auguraban como la consecuencia inevitable de una dinámica de suba «natural». Por el contrario, el dólar ilegal comenzó a desinflarse llegando a situarse en niveles que rondaron los $ 13, tras haber rozado valores en torno a los $ 16. En lo que va de noviembre esa tendencia se mantuvo, verificándose una caída del 13% de la demanda minorista de billetes norteamericanos en los bancos. Semejante evolución generó un desconcierto explicativo importante entre los economistas del partido anunciador de catástrofes, que optaron por darle rienda suelta a su insustancial imaginación.
Uno de ellos, Nicolás Dujovne (La Nación, 11/11), llegó a titular: «El dólar blue, en baja por el ritmo que ya impone el futuro gobierno». Una afirmación incoherente, que rehuye de todo tipo de causalidad económica. Las respuestas simplistas frente a una realidad inesperada e indeseada se multiplicaron, entre ellas algunas que asociaban la baja a los «controles policiales» de las autoridades, otra idea que no resiste los elementos mínimos de la teoría económica, ya que (oferta y demanda mediante), los controles más férreos deberían implicar un mayor –y no un menor– precio del billete en el mercado ilegal. Como sea, estos comentarios no hacen más que desnudar el carácter irracional y arbitrario que caracteriza a la evolución del dólar ilegal, que de todas formas resulta funcional al interés de quienes buscan generar un clima de zozobra social y política, a la vez que medran con sus especulaciones para obtener ganancias espurias. Sin embargo, más allá de cueveros, mesadineristas y diversos aventureros del submundo de la city, existe un núcleo principal constituido por el partido devaluador de siempre, que presiona por una suba del dólar oficial con el fin de mejorar aún más su tajada en el reparto de la renta nacional. Sobre este punto, en un encuentro donde realizó un balance de sus primeras cuatro semanas al frente del Banco Central, Alejandro Vanoli señaló que «hay un enjambre de buitres internos que intentaron nuevamente hacer una corrida financiera e instalar el miedo». No obstante, este escenario pudo ser neutralizado por el gobierno nacional mediante un conjunto de medidas que se pusieron en práctica de manera coordinada, con gran eficacia y determinación. Así se fue construyendo un escenario económico y financiero que presenta una clara perspectiva de dominio de la situación por parte de las autoridades económicas.
Un logro importante fue la activación del primer tramo del swap con China, por U$S 814 millones, que permitió que el nivel de las reservas supere nuevamente los U$S 28 mil millones, a pesar de que al momento de la firma del acuerdo algunos medios «serios» y «especializados» instalaban dudas acerca de su implementación real, en virtud del conflicto con los fondos buitre, argumento que usan «para lo que venga». En igual sentido actuó el acuerdo al que llegaron las autoridades para la aceleración de la liquidación de divisas por parte de productores y cerealeras, como así también la modificación de los plazos para el pago anticipado de importaciones, saliendo al cruce de conductas especulativas que posibilitaban ganancias fáciles e innecesarias salidas de divisas.
Las autoridades continuaron también con la aplicación de límites a grandes empresas que, inflando falsamente sus exportaciones, evaden impuestos girando dólares a sus casas matrices de Estados Unidos y Europa. El caso paradigmático fue el de la multinacional Procter & Gamble, que rápidamente generó la reacción de los grandes monopolios mediáticos, quienes no ahorraron adjetivos descalificativos contra el gobierno, acusándolo de «chavista» y «dictatorial», aunque más tarde quedaron en completo descrédito ante el reconocimiento de la propia corporación, que aceptó que había practicado un método de valuación diferente al aceptado internacionalmente. Ante las graves consecuencias legales y económicas que tendrá que afrontar, la multinacional envió a sus altos ejecutivos a negociar con la AFIP una salida al entuerto, poniendo sus barbas en remojo.
Las medidas y los controles que está realizando el Gobierno Nacional tienen similitudes con los que ejecutan los países capitalistas desarrollados en la órbita de las finanzas, particularmente tras los sucesos que se desataron con el estallido de la burbuja hipotecaria en Estados Unidos, en julio de 2007. Entre las sanciones más conocidas se incluyen las abultadas multas por la manipulación de la tasa Libor, o el ocultamiento del verdadero riesgo de las hipotecas. Esta semana se conoció la sanción por parte de autoridades de EE UU, Gran Bretaña y Suiza, por un monto total de U$S 4300 millones, a seis grandes bancos (HSBC, RBS, CitiGroup, JP Morgan Chase, Bank of America y UBS) que fueron descubiertos realizando operaciones de manipulación de divisas, entre principios de 2008 y fines de 2013. Según la propia Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido, «las infracciones de estos bancos socavan la confianza en el sistema financiero británico y lo ponen en peligro».
En esta clave debe entenderse el severo control que nuestro gobierno viene ejerciendo sobre cuevas, cambistas, sociedades de bolsa y financistas diversos que intentan sacar tajada disfrazados de «operadores de mercado». Control este no sólo obligatorio sino que debemos considerar socialmente justo, en función de proteger a la sociedad de este submundo de las finanzas, para que termine con sus latrocinios y especulaciones ilegales, que luego los grandes medios presentan como un verdadero termómetro del mercado manipulando las expectativas de la sociedad y apropiándose indebidamente del patrimonio común.
Lo único cierto es que el partido derogador de leyes está a la deriva, no tendremos un «trimestre negro» ni nos caímos del mundo. Por el contrario, el Gobierno Nacional conduce la nave con una fuerte iniciativa que contacta con las necesidades específicas de la sociedad.