Tiempo Argentino | La ideología del miedo
Compiten por demostrar quién se presenta en forma más cruda y primitiva como expresión del «ojo por ojo». Al cumplirse el séptimo aniversario de su asesinato, el último 4 de abril, el maestro Carlos Fuentealba fue homenajeado en la ciudad de Neuquén. El Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, en asociación con el Ministerio de Educación de la Nación, Canal Encuentro, el INCAA, CTERA, sindicatos de base como SUTEBA y AMP, y la Comisión Carlos Fuentealba Presente, presentó al público neuquino el documental Carlos Fuentealba, camino de un maestro, dirigido por Luciano Zito.
La película revela -con respeto, convicción y sentimiento- momentos cruciales de la vida y la lucha sindical y política del maestro asesinado. Recorre su historia personal, su compromiso militante y su notable práctica pedagógica, democrática y emancipadora, sustentada en el ideario de la educación pública. Queda también como testimonio el modo en que se consumó el crimen, con claras responsabilidades del gobierno provincial de Jorge Sobisch. La denominada causa Fuentealba II -virtualmente paralizada- investiga las responsabilidades institucionales, en primerísimo término, del ex gobernador. Hasta ahora, Sobisch ha logrado escapar de la exigencia ética, política y legal de dar cuentas de aquellas decisiones que terminaron en el crimen de Fuentealba. Quienes jalaron el gatillo, como así también los políticos y miembros de las fuerzas de seguridad que dieron la orden de reprimir, tienen sin duda que ser juzgados, porque han cometido un delito. Sólo hay justicia si es plena. La justicia, cuando es parcial y excluye a los principales responsables, se niega a sí misma, desplazándose hacia relativismos brumosos.
La sala repleta del Teatro Español de la capital neuquina, la proyección y un aplauso interminable y conmovedor, dejan enseñanzas valiosas para la batalla por Memoria, Verdad y Justicia.
En los últimos tiempos se ha instalado en la sociedad el tema de la justicia, su poder corporativo y la necesidad de democratizar ese vital poder del Estado. Justamente, la demanda de justicia sin concesiones ni condicionamientos, como reclamamos en el caso del maestro asesinado, también debe colocarse en este contexto.
Un acontecimiento violento de los últimos días, que tuvo gran cobertura mediática, eufemísticamente denominado «linchamiento», «golpiza» o «paliza», cuando en rigor se trató de homicidio agravado por alevosía, también debe contextualizarse. Como bien denuncia Laura Mónica Torres, madre de David Moreira, el joven asesinado a patadas en Rosario: «Se fue mi mano derecha, mi David querido, pero hay muchos David que pueden ser asesinados o maltratados. Y eso no puede ser, así sean culpables o inocentes del delito que se los esté acusando. ¿O acaso esas personas enfurecidas que lo mataron a golpes y patadas de la peor manera, como si fuese un animal, no son culpables? Ojalá le pidan perdón a Dios y ojalá entiendan que nadie tiene derecho a hacer ‘justicia’ por sus propias manos.» La madre, quizás sin proponérselo, enfrenta con su dolor lacerante y su razonamiento cargado de humanismo, a la posición primitiva del diputado Sergio Massa de que «el que las hace, las paga», y la justificación de los «linchamientos» en un supuesto Estado ausente.»
En ese contexto se deben ponderar las declaraciones falsamente neutralistas de Mauricio Macri, quien se presenta como un político moderno preocupado por mejorar la vida de la «gente». La afirmación de que está tranquilo porque su hija vive en San Francisco, EE UU, y no en Buenos Aires, es una autoincriminación implícita ante sus responsabilidades como Jefe de Gobierno y una cruda expresión de su ideología individualista, siempre negadora de una visión colectiva que incluya al conjunto de los ciudadanos.
Un antecedente determinante de la ideología del macrismo en la materia fue la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP), que debió disolverse por orden judicial dado su modo de intervención. Básicamente, actuaba como un grupo violento que tenía como tarea apalear a indigentes, trasladarlos a lugares invisibles, destruir sus escasos bienes y sembrar el miedo. El plan fue quedando rápidamente al desnudo: expulsar de la Ciudad a los más pobres; o, cuanto menos, invisibilizarlos.
El otro gran hito de Macri en esta crucial cuestión fue la creación de la Policía Metropolitana, cuyo origen conviene recordar. Sus dos primeros jefes, Jorge «Fino» Palacios y Osvaldo Chamorro, están procesados por abuso de autoridad e incumplimiento de deberes de funcionario público. Su tercer jefe y primer civil fue Eugenio Burzaco, en el ojo de la tormenta como responsable de la Metropolitana cuando en diciembre de 2010, en la represión brutal frente a la ocupación del Parque Indoamericano, se registraron tres muertos y centenares de heridos. La retrospectiva del accionar de esta fuerza en la Sala Alberdi, el Hospital Borda o el Parque Centenario da cuenta de un modo de actuar fundado en una metodología brutal y represiva, que se corresponde con los antecedentes de sus distintos jefes.
En la cartera educativa porteña, Mariano Narodowski fue eyectado del máximo cargo por su responsabilidad en el nombramiento del espía Ciro James, procesado por escuchas ilegales, actividad delictiva que al parecer suele tentar al Jefe de Gobierno. Su remplazo fue nada menos que Abel Posse, quien debió renunciar rápidamente luego de reivindicar a la última dictadura genocida y decir que los jóvenes están «drogados y estupidizados por el rock».
La tranquilidad de Macri porque su hija no vive en la Argentina y su afirmación aún más contundente justificando -al igual que Massa- los linchamientos por parte de grupos que se transformaron en hordas porque hay un «Estado ausente», reafirman su ideología antidemocrática. Curiosas coincidencias: Eugenio Burzaco, cuadro político del macrismo y de la ideología de la mano dura, fue también asesor en materia de seguridad de Sobisch, responsable político de la policía provincial que asesinó a Fuentealba.
Desde luego que la oportunista tarea de los medios concentrados, que reiteraron hasta el hartazgo imágenes con altos niveles de violencia, resulta de fundamental importancia para comprender las causales de fenómenos como el asesinato del joven David Moreira. La actitud política de Macri y Massa, compitiendo para demostrar quién se presenta en forma más cruda y primitiva como expresión del «ojo por ojo»»y sembrando el miedo en la sociedad, para medrar electoralmente, explica la verdadera ideología de ambos y la propuesta que ofrece la derecha para nuestro país.
Nota publicada en Tiempo Argentino el 11/04/2014