Tiempo Argentino | los intereses de los grandes multimedios
La agenda informativa parcial y arbitraria de los grupos económicos como instrumento de presión política.
Sentenciar que la gran prensa argentina manipula la información no sería un gran suceso. Tampoco que no se trata de un caso único. En realidad, sigue una tendencia internacional inaugurada en los Estados Unidos hace décadas a partir de la conformación de grandes multimedios, que se tradujo en la instalación de una agenda informativa parcial y arbitraria, como instrumento de presión y de conformación de la opinión pública, en línea con las visiones y los intereses de las corporaciones del poder económico y cultural.
No es que antes los medios gráficos, los radiales ni el periodismo fueran imparciales; al contrario, los primeros diarios y revistas surgieron en todo el mundo como extensiones de sectores políticos y todavía muchos diarios reconocen su origen y pertenencia ideológica sin tapujos. Parten de la convicción de que esta explicitación los hace más confiables, generándose un contrato de lectura más sincero con sus lectores. En otros términos: en periodismo y en cualquier práctica social, la descripción de cualquier aspecto de la realidad no se hace desde un «vacío valorativo» ni «ético». La mirada de cualquier observador y analista está condicionada por sus valores, o sea que el ocultamiento de su propia perspectiva también es ideología y, a la vez, un mecanismo velado de producción de determinadas ideas. Decir desde dónde se habla es una actitud de honestidad intelectual que vale para cualquier actividad y profesión, pero especialmente en el caso de los medios por su influencia en la construcción de sentidos.
Sin embargo, la realidad actual en la materia indica que la mayor parte de los grandes nucleamientos comunicacionales contradicen los preceptos señalados. De hecho, ese fue un punto nodal a la hora de pensar la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ya que, entre otros aspectos fundamentales para la consagración de la igualdad de derechos y posibilidades, la norma transparenta quién y por qué difunde determinada información o noticia. Saber a quién pertenece un medio de comunicación y conocer qué otros intereses económicos tiene un grupo empresario permite leer e interpretar el discurso de los medios con una comprensión más completa e integral.
Durante 2013, en muchos casos los medios desplegaron con gran potencia políticas, entendidas no como prácticas profesionales para interpretar con justicia la realidad sino como visión parcializada y distorsiva de esa realidad, en función de sus intereses económicos y políticos.
El conflicto con las fuerzas policiales por un aumento de salario en diciembre pasado sigue mereciendo, por su importancia, un análisis particular. La cuestión resulta fundamental en términos de defensa de la democracia y por el derecho que tiene el pueblo a sentirse seguro y a vivir en una sociedad donde prime la convivencia y los organismos del Estado aseguren el cumplimiento irrestricto de la ley.
Sin entrar en este caso en la exploración de las verdaderas motivaciones del reclamo, ni de las posibles soluciones a largo plazo, parece interesante señalar algunas temáticas que tienen que ver con el enfoque que le dieron los medios de comunicación oligopólicos y el modo a través del cual fueron dando a conocer el tema a la sociedad.
La cobertura ocupó, en el caso de algunos de los llamados canales de noticias, casi la totalidad de sus transmisiones mientras se mantuvo el conflicto policial. El canal que más tiempo le dedicó fue Todo Noticias (TN), del grupo de Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto. Algo similar ocurrió con los diarios: mientras siguió la protesta, Clarín y La Nación mantuvieron el tema como título principal en tapa, con un recorrido que comenzó en Córdoba, siguió en La Rioja, Tucumán, Catamarca, Santa Fe, y se prolongó en Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
Este señalamiento no implica que los otros medios no cubrieran el tema o le restaran importancia. Lo esencial es resaltar la forma y la intención con que las noticias fueron presentadas.
Desde algunos portales intentaron «aclarar» como errores cometidos en el apuro por dar primicias la divulgación de tweets y mensajes sobre falsos saqueos, o autoacuartelamientos en provincias o ciudades donde jamás habían ocurrido. Ante esta actitud profesional-política frente a la distorsión de la realidad, no queda más alternativa que la discrepancia lisa y llana. Un error, cualquiera puede cometerlo, pero en la búsqueda por crear climas y generar sensaciones desde los medios, la práctica de divulgar mensajes de dudosa procedencia y veracidad, con informaciones que no son verificadas profesionalmente, se ha vuelto costumbre, transformándose en práctica habitual de los medios de comunicación oligopólicos, quienes tendrían que ser ejemplo de las buenas prácticas de los manuales de estilo.
También eligen bajar línea a través de la selección arbitraria de mensajes de oyentes en los programas de radio, la divulgación sesgada de textos por correo electrónico, Twitter o Facebook de personas cuya identidad es incomprobable, al igual que los dichos y contenidos que se difunden.
Quizás el clímax de todo este asunto se haya producido cuando desde distintos medios de los conglomerados monopólicos comenzaron a difundir la noticia de que se estaban promoviendo saqueos en el barrio de Once. Estas informaciones motivaron que los comerciantes del barrio cerraran sus negocios y que se armara un dispositivo policial fuera de lo común. A tal punto extendieron esta información falsa, desnudando una actitud irresponsable, que desde la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) llamaron la atención sobre el punto explicitando su preocupación.
Cuando hablamos de la importancia del cumplimiento de las nuevas normativas legales, nos referimos a la reforma de un aparato mediático que aún sigue vigente, contradiciendo el sentido y la letra de la ley. El actual dispositivo comunicacional fue montado sobre las reformas del menemismo al viejo decreto-ley de Radiodifusión de la dictadura. Se trata de un sistema que funciona sobre la base de grupos empresarios con fuertes intereses económicos y gran influencia política, que suman a su estructura diversos medios de comunicación (televisión abierta, cable, radio, diarios, revistas, internet) desde los cuales hacen lobby a favor de sus negocios y sus intereses políticos. El método más utilizado y efectivo es el de la repetición de la información una y otra vez a través de todos sus medios, de forma tal que se instala la sensación de que los hechos se suceden uno atrás del otro, cuando por lo general se trata de la repetición de un mismo acontecimiento infinidad de veces.
Retomando el inicio de la nota, no se trata de desconocer la gravedad de la situación que se ha puesto de manifiesto con el conflicto de las fuerzas de seguridad. Muy por el contrario, se debe atender obligatoriamente en términos políticos este campanazo antidemocrático. Sin embargo, centralmente no hay que perder de vista que detrás de las grandes corporaciones mediáticas existen siempre poder e ideología, y que cuando ésta última no se plantea explícitamente es porque se quiere ocultar y disfrazar de noticias e información «objetiva» lo que en realidad son campañas políticas. Se extienden entonces los rumores, se ponen en marcha mecanismos que, aunque muchas veces estén montados en problemas reales que requieren atención, buscan generar animosidades a fin de mellar la credibilidad y autoridad moral del Poder Ejecutivo, al tiempo que se invisibilizan a otros actores y sus responsabilidades.
Junto a las inducciones para que se multiplicaran los saqueos, se intentaron imponer justificaciones inadmisibles a la extorsión y la violencia policial, exacerbando los peores miedos, angustias y terrores en la población. La “inseguridad” provista por una actitud política antidemocrática del aparato policial, se complementa y potencia con la «inseguridad» informativa, conformándose una verdadera asociación que cuestiona a la democracia que pudimos conseguir hasta aquí entre todos los argentinos. Sin embargo, a pesar de estos fabricantes de incertidumbres, nuestro sistema democrático crece y se consolida . –