Las empresas cooperativas ayudan a construir un mundo mejor». Con ese lema, la Asamblea General de las Naciones Unidas resaltó en 2012 la contribución de las cooperativas al desarrollo económico y social. Durante ese año, en nuestro país, trabajadores de cinco reconocidos restaurantes porteños, cuyo dueño y administrador era un único grupo económico, se vieron enfrentados a un inminente cierre de los mismos con la consecuente pérdida de la fuente de trabajo.
La primera decisión que, de modo asambleario, tomaron los trabajadores de Alé Alé, Don Battaglia, Los Chanchitos, Mangiata y La Soleada fue resistir el cierre y seguir brindando el servicio a la comunidad.
Esa resistencia y lucha, en simultáneo con la búsqueda de una nueva modalidad organizativa, encontró respuesta en el cooperativismo. Desde esa novedosa concepción de la gestión fueron transformando una explotación negligente e ineficiente del negocio, por parte del grupo privado, en un proyecto autogestionario, transformador y alternativo de organización social.
Gracias al esfuerzo unido de los trabajadores, el sistema productivo se mantuvo con eficiencia en los cinco restaurantes, logrando que en los últimos doce meses se multiplique la cantidad de usuarios, demostrando que allí se presta un servicio que la comunidad valora de manera positiva.
Los trabajadores cooperativistas de los restaurantes recuperados son un ejemplo valioso de ciudadanos que luchan en defensa de sus fuentes de trabajo, pero además demuestran tener un gran afán por no perder la perspectiva de un destino colectivo. Esta original experiencia aporta otro elemento al paradigma del encuentro de una lucha social reivindicativa con la política, con un sentido democrático y plural, y que tiene su máxima demostración en las solidaridades que se generan alrededor de los trabajadores de ‘Alé Alé’, el único local sobre el que aun pesa una orden de desalojo. En los otros cuatro, los dueños de las propiedades llegaron a acuerdos de alquiler con los cooperativistas, encausándose de esa forma el conflicto con una salida constructiva.
Referentes de distintas fuerzas políticas, organizaciones sociales, federaciones y confederaciones de cooperativas, colectivos de comunicadores sociales y organismos públicos como el Ministerio de Trabajo y el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) acompañaron la lucha de quienes durante la madrugada del último domingo resistieron un inminente desalojo. Ahora avanzan en una mesa de diálogo acompañados por legisladores, en la búsqueda de un acuerdo que les permita ubicar otro local en la misma zona donde tienen su clientela, manteniendo las fuentes de trabajo y la prestación del servicio.
En suma, una vez más, las cooperativas han sido una opción positiva para que núcleos pequeños se aúnen en un proceso productivo. En la medida en que apliquen y fortalezcan los criterios de democracia y eficiencia y sean auténticas organizaciones con participación y control de los asociados en la gestión, seguramente irán creciendo y se desarrollarán exitosamente.
Se trata de una visión alternativa de la economía capitalista, no guiada por la lógica de la maximización de la ganancia, sino por la de la convivencia entre iguales, en el marco de un gran espacio común en el que se respeten los derechos sociales de los trabajadores, desde una concepción humanista y solidaria.