Cómo resistir y darle batalla al neoliberalismo desde la cultura

El Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini cumple diez años de vida. Impulsado por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, nació hace una década. Su director, Juan Carlos Junio, y su director artístico, Juano Villafañe, hablan del sueño que se hizo realidad en un momento crítico del país.

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El avance hacia la utopía requiere de muchas batallas pero, sin duda, la primera es la batalla cultural.» La frase es de Floreal Gorini, una figura emblemática del cooperativismo. El Centro Cultural de la Cooperación es el resultado concreto de ese pensamiento. Fundado el 22 de noviembre de noviembre de 2002, se prepara en este momento para festejar sus diez años de vida. El director, Juan Carlos Junio y el director artístico del mismo, Juano Villafañe, hablaron con Tiempo Argentino acerca de los que significó su fundación en términos de resistencia cultural y cuáles son los logros obtenidos en esta década.

–¿Cuál es el balance que hacen de estos diez años?

Juan Carlos Junio: –Seguimos el mandato que planteó su fundador, Floreal Gorini, que expresaba, a su vez, el de los viejos cooperativistas que en un momento dado pensaron que había que ir a la cultura y desde allí disputar con el neoliberalismo triunfante. Tuvieron una gran audacia, porque esto se concretó en 2002 pero comenzó a gestarse a fines de los ’90 cuando estaban en pleno auge valores e ideas que estaban en las antípodas de las nuestras. El Centro se inauguró sobre la calle Corrientes en noviembre de 2002. En ese momento, la Avenida Corrientes era una maratón de mujeres y hombres argentinos que estaban sufriendo hambre, desocupación y todos los desastres que hicieron eclosión en 2001. Lo que se planteó Floreal fue aportar a un nuevo ideario, un nuevo imaginario desde un centro cultural definido como de izquierda y con un sentido amplio y diverso desde el punto de vista de la cultura. Sobre la base de esta definición, la otra cuestión que se planteaba era la de conformar un núcleo de jóvenes artistas e intelectuales que desde la especificidad de sus disciplinas fueran incorporando ideas que los llevaran a un fuerte compromiso no sólo con sus artes y consigo mismos, sino también con la sociedad y sus luchas, con la política.
–No parecía una tarea fácil.

J.C.J.: –No, claro, es de una enorme complejidad, dificultad y desafío. Es la tarea más dura que hemos enfrentado. En estos diez años hemos tenido grandes logros que se han hecho evidentes en los últimos tiempos. Los investigadores tienen un fuerte compromiso con el Centro Cultural y este adquirió poco a poco una fuerte identidad. También notamos un gran interés por parte de estos jóvenes investigadores de participar en la política, de compartir los problemas cotidianos de la gente acompañando las representaciones parlamentarias que hemos tenido. Además, hay una voluntad de combinar el trabajo de investigación, lo que llamamos el pensamiento crítico, con el mundo de la cultura, la política y sus debates. Creo que no es sólo un mérito nuestro, sino también del cambio de clima que se produjo en el país en los últimos años, de la transformación que supuso el proceso kirchnerista. Como balance diría que quienes dirigimos este centro hemos sido fieles a los mandatos fundacionales y hemos logrado que se transformara en un lugar muy importante de referencia de la cultura en la Ciudad de Buenos Aires. Tanto en las ciencias sociales como en las artes ya es un ámbito muy trascendente y ha definido su perfil de manera nítida. Además, es también una gran caja de resonancia del palpitar de Latinoamérica de los últimos años.
Juano Villafañe: –Es una construcción cultural que se hace desde el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos considerando la idea original de Floreal Gorini de que la crisis contemporánea, además de ser política, económica y social, es fundamentalmente cultural. Desde allí el movimiento cooperativo asumió la idea de encontrarse con el fenómeno cultural desde la propia acción que ofrece la cultura. De esta forma transformó la relación que existió siempre entre las diferentes disciplinas del campo intelectual dándole cierta organicidad a la tradición intelectual que provenía del pensamiento crítico referido a las ciencias sociales y a las actividades artísticas y literarias. Este es un centro de las artes, las letras y las ciencias sociales que a la vez que produce pensamiento, produce imágenes, metáforas, es decir, acontecimiento artístico. Es un gran laboratorio y también un gran observatorio que atiende nuestras propias prácticas, nuestras propias realizaciones. Abordamos el fenómeno cultural y político desde sus especificidades. Este laboratorio y observatorio ha generado también un sistema de políticas culturales: se elaboran insumos para el hacer parlamentario relacionado con el arte y las industrias culturales y con la aplicación de esas las políticas culturales.

–¿Este es un momento particular para la cultura?

–J.V.: Sí, hay una gran puja distributiva en torno a la cultura ya que esta aporta al producto bruto nacional de manera muy significativa a través de las artes del espectáculo, las industrias culturales y el fenómeno que tiene que ver con la digitalización e Internet. Las condiciones que se viven hoy en el país son muy interesantes para profundizar transformaciones culturales.

–No es común que en un mismo lugar se promueva la investigación y se produzca arte.

J.C.J.: Aquí viene gente de toda Latinoamérica, artistas, escritores, intelectuales, políticos y todos nos dicen que no hay un centro con estas características en ningún lugar. Nosotros insistimos en que la primera legitimidad del artista, del escritor o del historiador es su propia obra, pero junto con eso, proponemos también una formación. Esto es lo que le da originalidad y potencia al centro. En este momento, en el área de Ciencias Sociales se realizan mesas redondas con nuestros propios jóvenes investigadores cuyos trabajos son muy respetados y, por otra parte, también son publicados aquí. Además, tenemos artistas que comenzaron aquí hace diez años cuando tenían 22 o 23 y que hoy, siendo todavía muy jóvenes, son también muy reconocidos por el público y por la prensa. Hay un constante fluir. Tenemos tres salas de teatro, por lo que la programación es muy grande. Jueves, viernes, sábado y domingo hay dos o tres funciones por sala. En el medio hay también charlas y conferencias. Quizás lo más conocido es el teatro, pero acá se hacen espectáculos de tango joven y de varieté, que es una mezcla de géneros. Además, hay un taller literario, el Juan L. Ortiz, para escritores y poetas, que es un espacio de debate, de presentación de libros. El teatro infantil que comenzó de a poquito hoy trabaja a sala llena y hay tres espectáculos simultáneos que han obtenido premios muy importantes. Tenemos una valiosa biblioteca de artes y ciencias sociales, una revista online con producciones propias y algunos invitados, nuestra propia editorial para editar trabajos producidos en el Centro y también algunas otras cosas. Hemos ido ganando un prestigio que hace que tengamos la visita periódica de importantes personajes de la política y la cultura. Entre artes y ciencias sociales tenemos 15 o 16 disciplinas y en todas se produce investigación y hay intercambio entre ellas.

–Es curioso que el centro haya nacido con el país estaba devastado.

J.V.: Sí, se asumió un liderazgo con sentido de lo contemporáneo. No se consideró la cultura con un criterio «administrativista» es decir, no se la pensó como un bien que se administra, sino como un espacio de producción. Creo que se asumió un liderazgo distinto en lo que fue el fenómeno de la posdictadura y del posliberalismo. Estamos liderando un sistema alternativo, aportando a nuevos paradigmas respecto de lo que debe ser la cultura. Por eso tenemos un arraigo teórico que es también territorial, nacional, latinoamericano.

J.C.J.: –Estoy en el movimiento cooperativo desde los 16 años. Creo que la opción que tomamos en un momento de marasmo social y cultural es una respuesta política de un movimiento ya maduro que atravesó triunfos y derrotas en la sociedad argentina, de un movimiento cooperativo muy comprometido con el progreso del país y que tenía la convicción de que había que resistir al neoliberalismo. Floreal Gorini decía que la cultura neoliberal es un fenómeno de época, que no era eterna y que, por lo tanto, si se resistía a ella se iban a encontrar otros valores, se iban a encontrar reservas en la sociedad y en la cultura que permitieran salir de la oscuridad de los ’90. Resistimos desde la convicción de estar en un momento muy difícil y creo que esa convicción ideológica nos permitió construir en medio del marasmo.

J.V.:–En 2001, el único edificio que se construía en la Ciudad de Buenos Aires era este. Los arquitectos venían con la idea de la fachada del neoliberalismo: abierta hacia fuera pero con muchas formas de clausura hacia adentro. Cuando les decíamos que el edificio debía incorporar la vereda y que debía tener un estado público, nos decían que no podía ser por un tema de seguridad, de dificultades con la circulación. No obstante eso, lo arquitectónico se trabajó con una idea moderna y no posmoderna, ya que aquí no hay espacios ociosos.

J.C.J. –No se subestimó el tema de la belleza, se privilegió la idea de una funcionalidad abierta que no estuviera reñida con lo estético. Aquí hay obras de grandes artistas plásticos argentinos y las salas de teatro responden a las concepciones más modernas del teatro actual. Este es un lugar muy hermoso y muy iluminado que nos ha ayudado mucho a desplegar nuestro proyecto. A diferencia de lo que piensa Macri, nosostros no creemos que la cultura es un commodity como la soja, sino que es un bien social y, por lo tanto, de interés publico y tiene que responder a políticas públicas en función del beneficio para la sociedad. Desde su concepción primitiva y de derecha él cree que la cultura es un espectáculo transable como la soja. Nosotros creemos que es un elemento muy importante para transformar la sociedad en un sentido de progreso.

J.V.: –Macri tiene la concepción contraria que se pone en evidencia en la ley de mecenazgo que significa generar contratos entre privados aprovechando los dineros públicos.

Nota publicada en Tiempo Argentino el 31/10/12

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