Nuevos tiempos de rebeldía estudiantil

Página/12 | Opinión

La pérdida abrupta de las condiciones de vida de las grandes mayorías democráticas que reaccionan en defensa de sus derechos en contraposición al polo del gobierno mileista de las derechas, preanuncia un fuerte aumento de las tensiones políticas.

“El ajuste más grande de la historia» va horadando la vida del pueblo desde los núcleos más humildes a las clases medias. En tanto, las organizaciones sociales y políticas reaccionan recibiendo el aliento de sus bases, quienes reclaman respuestas activas y unión frente a las políticas del gobierno, sus socios del PRO y otros “amigables” que le votan vetos y leyes Bases.

Para inicios de octubre se prepara una nueva marcha universitaria, de estudiantes y trabajadores ante el anunciado veto presidencial. Mientras, los cinco principales gremios del transporte se declararon en estado de alerta y movilización “frente al ajuste y en solidaridad con los sindicatos aeronáuticos”, asumiendo un rol de mayor confrontación, lo cual implica además, un posicionamiento político ante la conducción de la CGT. La regresiva “reforma” laboral introducida por la Ley Bases marca la disputa con sindicatos y trabajadores. Ya advirtió el vocero Adorni su carácter ideológico: “estamos a favor de la libre contratación, incluso si fuese por una jornada laboral de 12 horas”. El portavoz imagina un retorno a 1890 antes de los liberales, las izquierdas de principio del siglo XX y de las leyes laborales del peronismo.

En los 90’, Menem amenazaba “tren que para, tren que cierra”; así fue que se destruyó una gran parte de nuestra red ferroviaria. Milei lo copia y se propone recrear también sus eslóganes imaginando “avión que para, aerolínea que se privatiza”, a pesar de que la línea de bandera fue excluida del proyecto de Ley Bases. Aerolíneas sigue siendo un botín deseado por los grandes holdings empresarios como en los 90s. Por entonces, capitalistas españoles presentados como ejemplo de la eficiencia privada frente al despilfarro estatal, se apoderaron de Aerolíneas Argentinas. Los privados resultaron ser un grupo de forajidos y aventureros que saquearon nuestra empresa, vendieron rutas y valiosísimas propiedades en las capitales europeas. Todo indica que se intenta una nueva versión de aquel despropósito, solo que ahora “se modernizan” y la ofrecen a negociantes latinoamericanos socios de Mauricio Macri. Así es que el gobierno nacional se va transformando abiertamente en un lobby para favorecer a capitalistas, financistas y fondos de inversión. Con el RIGI, el mega DNU 70/23 y las facultades delegadas al presidente, las riquezas Argentinas se encuentran en venta. Aviones, ferrocarriles, pozos petroleros y gasíferos, tierras públicas y represas hidroeléctricas, ¡todo está ofrecido! Son muchos los empresarios locales y extranjeros que se babosean pensando en su tajada, aprovechando el entusiasmo de su presidente que los puso en el podio de “verdaderos héroes”.

Las fuerzas del pueblo, a las que recientemente apeló Cristina, se reactivan ocupando el espacio público y demandando a los legisladores que cumplan sus mandatos ante el electorado. Una vez más, se trata de la puja entre la deuda con las grandes mayorías, sumidas en la incertidumbre, la desesperanza e inclusive el hambre frente a la voluntad política de privilegiar el pago a los prestamistas del FMI. El presidente reza para que lleguen las inversiones que el RIGI habilitó, y que el FMI vuelva a la aventura irresponsable de otorgar nuevos préstamos. Mientras tanto ajusta a asalariados incluyendo la reposición del impuesto a las Ganancias a 800 mil trabajadores.

Hasta ahora las invocaciones presidenciales a las fuerzas del cielo no tuvieron eco. Entre tanto en la tierra la cosa se pone cada vez más espesa, al punto que el papa Francisco, hizo públicas sus críticas a la gestión libertaria. La descarnada impugnación papal generó un notorio desconcierto en el mileismo. El pontífice argentino decidió cruzar su Rubicón con el propósito de influir en la opinión publica y en las fuerzas sociales y políticas en defensa de los humildes y las clases medias, los jubilados reprimidos, criticando a los políticos “que se entregan a los cocodrilos”. Francisco convocó al pueblo a “no resignarse, los acompaño en su camino”. Resulta muy valiosa su idea de que la clase media se sensibilice ante los padecimientos de tantos millones de seres humanos. La derecha siempre medró políticamente utilizando a las clases medias, inculcando prejuicios anti populares y anti peronistas, al extremo de la creación de simbolismos racistas como cabecitas negras o negros de mierda. Francisco dejó claro que el problema para las grandes mayorías sociales del pueblo humilde y de las capas medias es la acumulación y la exaltación de la riqueza de las minorías. El mentado tema de la pobreza, en realidad está causado por la riqueza de los súper millonarios y sus fortunas pornográficas, a quienes el presidente califica de héroes.

El campo popular enfrenta la tensión entre los núcleos sociales cada vez más decididos a unirse y organizarse en la lucha opositora, y quienes se auto titulan realistas y sostienen la idea fuerza del “no se puede”, “no hay condiciones”. Esa línea argumental concluye inevitablemente en que no hay otra alternativa que allanarse al plan de los editorialistas que toman la palabra en nombre de los grandes empresarios y financistas. Su punto central es el de explotar la derrota electoral y el descontento con el propósito de correr todo el espectro político hacia el “centro”, o sea, hacia otra variante de la derecha. Esa postura implica nada de peronismos de independencia económica y justicia social, nada de izquierdismos populares, nada de un frente amplio de ideas y programas que miren y actúen sobre las fenomenales riquezas de una burguesía local parasitaria subordinada a los financistas de Wall Street.

 

El plan antipopular está a la vista, aunque una parte de la sociedad aún sostenga esperanzas y sea porosa a la narrativa oficial que sigue culpando de sus desgracias “a los políticos y la casta”. El discurso que logró penetrar a fuerza de odio en una parte de la opinión pública tiene otro componente nocivo: “los males de la argentina tienen como culpable al déficit fiscal”. “Estamos mal porque se gastó mucho, se robaba mucho, entonces el ajuste es inevitable”. Como diría Jauretche, “una zoncera” que resulta necesaria desarmar.

Nota publicada en Página/12 el 16/10/2024  

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