Millonarios y Milei, un solo corazón

Página/12 | Opinión

Los supermillonarios del gran empresariado continúan celebrando a “su Presidente”. El anfitrión, Mario Grinman, se fundió en un abrazo en el lobby del Palace Alvear, el lujoso hotel emblema de la rancia aristocracia otrora ganadera, y ahora de financistas de la city y Wall Street y monopolistas del petróleo, la alimentación y diversos poli rubros de los sectores concentrados. El Presidente de la Cámara Argentina de Comercios y Servicios (CAC) es afecto a las frases célebres. Así es que recientemente pontificó que los argentinos transitamos por “una recesión con esperanza”, sin importarle el hecho evidente de que la recesión lo único que trae es desesperanza.

En la apertura del Council of The Americas no pudo con su afán profético: “numerosas empresas sufren caída de las ventas, muchos asalariados hacen malabares, pero el rumbo es correcto”, para concluir con otra oración para la posteridad: “es imprescindible la reconstrucción moral de la Argentina”. Una traducción elemental de su fraseología sería: no importa que las Pymes estén en caída libre, mucho menos que en seis meses Milei fabricó 200 mil desempleados y 4.700.000 nuevos pobres, sin reparar que parte de ellos, tanto niñas y niños como adultos, no pueden alimentarse, o sea, que pasan hambre. Ninguna de esas penurias humanas debe ser asumida por los empresarios. Su verba venía precedida por la del Doctor Funes de Rioja, quien si bien no tiene aspiraciones literarias, es consecuente en sus ideas pragmáticas en defensa de otro de los paradigmas sagrados de esos núcleos del gran empresariado: potenciar al infinito las tasas de ganancias de sus corporaciones.

El lobista de la UIA reclamó apurar las reformas impositivas. No se cansa de repetir esa cantinela en todas las épocas y gobiernos, cuya traducción también resulta muy elemental: “nosotros no queremos pagar ningún impuesto. Todos por igual, millonarios y menesterosos, paguemos el mismo IVA; que los asalariados de la cuarta categoría tributen ganancias para que nuestra alícuota de bienes personales baje a casi nada”. Si como resultante de esta política tributaria “moderna” el Estado no tiene recursos para pagarle a maestras, profesores, científicas, médicas, enfermeras, fuerzas de seguridad, empleados públicos, como así también, provoca la clausura de la obra pública; tampoco es nuestro problema. El presidente Milei, en tanto, no se privó de proferir su habitual diatriba contra los economistas del círculo rojo, quienes la ven cada vez más negra. Ya que estaba lanzado en tierra amiga y aplausos asegurados, se mandó con un bolazo tan irresponsable como fantástico: “el consumo está rebotando, subieron un 40% las ventas minoristas”.

Entre tantas falacias, tonterías y mediocridades, la presidenta y CEO del Council, Susan Segal, una reconocida representante de los inversores de Estados Unidos; manifestó un potente apoyo a Milei. Su declaración superó todo lo esperado, ya que colocó al Presidente argentino en el podio de los grandes estadistas del universo: “su convocatoria es enorme, no solo en la Argentina, sino en el mundo entero”. “Estoy trabajando (sic) con Argentina hace 40 años, y la charla que dio hoy el Presidente es una de las mejores que he escuchado ¡tiene visión!”. Ante tanta vocación por exaltar a Milei, la CEO se desbarrancó afirmando que “hay muchos inversores interesados en Argentina”. No aclaró porqué ninguno de esos señores no trajo ni un verde a este paraíso. Terminó con una confesión: “Argentina tiene lo que necesita el mundo (o sea ellos), alimentos, minerales, no solo los normales sino cobre y litio, muy críticos para el futuro. Concluye su irrefrenable enumeración: “tiene gas, petróleo y también energía renovable”. La frutilla del postre de la súper lobista fue la de siempre: “Cuba y Venezuela no tienen nuestros valores”. Ya resulta muy evidente que para desplegar esta política sustentada por las corporaciones extranjeras y sus socios subordinados de la burguesía local, cuentan con la aquiescencia de los medios de comunicación hegemónicos y sus editorialistas estrellas, ya que en la actual fase no son transmisores de las ideas e intereses del poder, sino que forman parte de él. Son el poder. No trepidan en utilizar cualquier acontecimiento para confundir, con el propósito de ocultar el deterioro que viene infligiendo el plan económico del Gobierno a la gran mayoría del pueblo.

El tratamiento del grave episodio de violencia de género que involucra al ex presidente A. Fernández, no tiene como verdadero propósito proteger a la víctima ni que se imparta justicia. La cobertura de los grandes medios es funcional al objetivo de Milei, su hermana en jefe y la vice presidenta videlo-masserista: enlodar y desprestigiar las políticas de género y de apoyo a la causa feminista, uno de los fenómenos de progreso más trascedentes de la época. Esta conducta culturalmente oscurantista está indisolublemente unida al rechazo ideológico e institucional a la reivindicación de los derechos humanos y a la ya consagrada idea en la sociedad de Memoria, Verdad y Justicia.

 

En suma, los acontecimientos van desnudando la conformación del actual esquema de poder, ya despojado de cierto pudor, que tuvieron al inicio del Gobierno: los grandes empresarios locales, los financistas de Wall Street, sus voceros de los medios de comunicación hegemónicos, las fuerzas políticas del contubernio LLA-PRO, y los otros seguidores/as que se “amigan” votándole alguna de sus leyes que atentan contra la vida del pueblo y la soberanía económica y política. Un ejemplo de ello es el RIGI, propio de un virreinato colonial, y la Ley de Esencialidad que restringe el derecho de huelga de los docentes, violando nuestra constitución y tratados internacionales. La fenomenal campaña ideológica y mediática no frenará la protesta y la respuesta de la sociedad frente a la agresión a la vida de las mayorías sociales y la claudicación ante los poderes económicos. Sin embargo, se debe asumir en plenitud la debilidad de la oposición. Se impone articular una nueva perspectiva política que no solo amalgame la inevitable reacción social, sino que presente un núcleo de ideas y un programa auténticamente democrático, popular y progresista que vislumbre la conformación de un nuevo polo político, amplio y renovado, que encauce las luchas por venir.

Nota publicada en Página/12 el 23/08/2024

Scroll al inicio