Página/12 | Opinión
Por Juan Carlos Junio
El problema social de mayor impacto en la vida del pueblo es el incremento desmesurado de los precios que devoran los ingresos del núcleo social más vulnerable, incluyendo a trabajadores de bajos salarios, cuentapropistas de los más diversos empleos, beneficiarios de las ayudas del Estado, etc. No se debiera excluir de este masivo sector, a distintas capas de las clases medias que en los últimos años también sufrieron recortes de sus haberes y están sumidas en la incertidumbre sobre su presente y futuro.
Este fenómeno deteriora la vida de millones de ciudadanas/os, por lo tanto, resulta imprescindible señalar a los principales responsables de estas conductas tan abusivas como reiteradas: se trata de las corporaciones empresarias formadoras de precios. Sin embargo, los grandes medios y la derecha política actúan sobre la opinión pública con el fin de evitar la visualización de los verdaderos responsables. Tuercen y manipulan la información con el propósito de colocar al Gobierno nacional como el causante de las penurias cotidianas de millones de argentinos/as.
Quizás convenga reiterar quiénes son específicamente los fabricantes de los aumentos de precios; con la imprescindible aclaración que no pueden ser otros que los que tienen el poder para hacerlo y, a su vez, resultan beneficiarios de ese accionar. No se trata sólo de actos antisociales e inhumanos, sino que expresan grupos e intereses económicos a los cuales sólo les importa potenciar sus ganancias.
Veamos: en aceites 3 empresas concentran el 90,5% de la producción: Molinos Río de la Plata, Molinos Cañuelas y Aceitera General Deheza. En azúcar, otra triada maneja el 85% de la producción, destacándose el Grupo Ledesma, en azúcar y papel. Seguimos: en fideos, solo una corporación es responsable del 78% de la fabricación. Se trata nuevamente de Molinos, que ofrece una gran diversidad de marcas. Dos empresas acaparan el 81% de la producción harinera.
En cuanto a gaseosas, otro caso extremo, sólo dos empresas reúnen el 98%: Coca-Cola y PepsiCo. En leche una corporación, Mastellone, concentra el 70% y en productos lácteos en general, Mastellone, Danone y Sancor explican el 75%. En refrigerados y congelados, dos compañías manejan el 69% del mercado: Swift y la infaltable Molinos.
Obviamente se podría seguir con este listado del podio de triunfadores. La historia demuestra que siempre ganan, con recesión, con pandemia y con reactivación. Para seguir con los verdaderos culpables, habría que mencionar a quiénes los representan políticamente: Foro de Convergencia Empresaria, AEA, Cámara Argentina de Comercio, Unión Industrial Argentina, COPAL (Coordinadora de Unidad Productiva Alimenticia). Todos ellos se pronunciaron contra el Aporte Solidario a las Grandes Fortunas impulsado por los diputados Máximo Kirchner y Carlos Heller, que fuera sancionado por el Parlamento Nacional. Ahora “explican” que el problema es “la presión impositiva”. Nada nuevo, ellos no paran de remarcar y piden como premio baja de impuestos.
Todas esas empresas y entidades siempre convergen cuando son convocadas con el fin de “consensuar acuerdos”. Pero lo cierto es que ellos son los verdaderos remarcadores, ellos son los que violan los acuerdos y se niegan a otorgar algún aumento de emergencia para morigerar el sufrimiento de los trabajadores. Eso sí, en la pandemia recibieron del Estado decenas de miles de millones de pesos para pagar los salarios y “de eso no se habla”. Además, resulta legítimo preguntarse si ese conglomerado de corporaciones y sus voceros políticos no son parte de los que tienen sus fortunas en guaridas fiscales, ya sea declaradas, o de las otras, que ahora el Congreso tiene bajo la lupa para recuperar parte de la fuga. Si algo faltaba para blanquear el verdadero plan económico y político de Larreta y su asociación indisoluble con los grandes empresarios están sus dichos en el Hotel Llao Llao. Luego de reconocer “las experiencias exitosas” del Plan Austral y la convertibilidad de Cavallo planteó que “Argentina necesita un shock de estabilización”. Siguió con su tonada ultraortodoxa y les planteó a los grandes popes del empresariado “bajar el gasto del Estado y un plan de reformas estructurales” (laboral, previsional y tributaria). Si se quiere encontrar un verdadero plan de ajuste aquí fue expuesto, sin ningún complejo ni adorno. He aquí al Horacio auténtico. Mientras admiraban el paisaje nevado, algunos celebran que el Grupo Techint y la familia Roca continúan en el primer lugar del pedestal de supermillonarios.
Acerca de nuestra Ciudad, para algunos existe una sensación de pasividad en materia política y en la dinámica social; una suerte de “no pasa nada”, lo cual deriva en la idea de que Larreta tiene todo controlado por su poder para influir en los grandes medios, modelando así a la opinión pública. Sin embargo, están ocurriendo situaciones muy valiosas. El acontecimiento más importante de los últimos días, el fallo del Tribunal de Justicia de la Ciudad que convalidó las más de 50 mil firmas en apoyo de la Iniciativa Popular (IP) para anular la privatización de los terrenos de Costa Salguero. Fue un trascendental triunfo político de la fuerza del FdT y sus legisladores, de las organizaciones ambientalistas, culturales, barriales, universitarias, juveniles, etc.
El otro hecho importante fue el nuevo paro del personal de la salud, médicos/as y enfermeras/os. Reclaman aumentos salariales, mejoras en las condiciones de trabajo y denuncian nuevos despidos en enfermeras contratadas en hospitales públicos durante la pandemia. Y continúa el rechazo de diversos colectivos barriales contra la construcción de torres.
En su afán oposicionista, Larreta ya adelantó su rechazo al gravamen a las “rentas inesperadas” con el falsete de que es un impuesto a los que trabajan y producen cuando en realidad, se trata de que las fabulosas ganancias por los altos precios y por la guerra aporten algo frente a la emergencia social.