La fragilidad financiera que nos deja la gestión saliente ha despertado todo tipo de especulaciones respecto a cómo debería afrontarla el gobierno entrante. Macri termina su mandato con parte de la deuda en default -que ahora llaman “reperfilada”-, una cuota del FMI que ha sido retenida y una inmensa deuda total si sumamos a los privados y al FMI. Esa es la deuda financiera. Pero hay otro déficit aún más acuciante: el social. En cuatro años el modelo de la derecha ha llevado el desempleo de la población económicamente activa al 10,6%. . Es decir, más de 2.000.000 de personas. Y la pobreza llegó al 35,4%: lo equivalente a 16.500.000 de ciudadanos/as, que en los menores de edad alcanza al 52,6%. En el Gran Buenos Aires la pobreza ya es del 40%, y aún falta incorporar el impacto de la última gran devaluación que dio lugar a un nuevo rebrote inflacionario, sobre todo en alimentos. Se trata de una deuda que hay que abordar prioritariamente. Ya quedaron muy atrás y al desnudo las promesas de “pobreza cero” y trabajo genuino de la campaña presidencial de Macri.
La deuda social, a diferencia de la deuda financiera, reviste una dificultad adicional y es que debe revertirse en el corto plazo. La pobreza no sabe de “restructuraciones”. En todo caso lo que hay que reestructurar a mediano y largo plazo, es la distribución del ingreso en la Argentina. Según el Indec, el 10% más rico recibe más de 20 veces que el 10% más pobre. Claro que esa apertura porcentual oculta a los ultra ricos, cuyo acaparamiento del producto social es aún mayor. Y si nos ponemos rigurosos, la antítesis de la pobreza es la riqueza concentrada, es decir, no cabría abordar el fenómeno comparando la generación y distribución de los ingresos, sino de cómo los activos de unos han ido creciendo en el tiempo y los de otros, reduciéndose. Así es que se aprecia más claramente que la distancia entre los ricos y los pobres se vuelve abismal. En suma, la riqueza no se ha perdido sino que se ha transferido.
Todo indica, entonces, que para reducir la pobreza de tantos millones de ciudadanas/os tendrán que aportar las minorías que se beneficiaron con el macrismo. Cuando se le pregunta a Alberto Fernández de dónde saldrán los recursos para la gratuidad de los medicamentos a los jubilados, contesta que los sacará de la “usura”.
Otro tema trascendente para las Pymes y las personas es recuperar el sistema financiero para que financie a la producción con tasas accesibles. Es, en tal sentido, pragmático que Alberto Fernández diga: “entre los bancos y los jubilados, me quedo con los jubilados”.
De eso se trata la política, de hacer elecciones y establecer prioridades. No solo elecciones a presidente, sino elecciones del presidente. El jefe de Estado porta la autoridad y legitimidad que emana del pueblo argentino. Atender la necesidad de las mayorías para el desarrollo de una vida digna y plena no es otra cosa que la democracia hecha carne, pan, leche, medicamentos, pero también salud, educación, vivienda, derechos humanos, derechos civiles, soberanía nacional y derechos en vivir en un ambiente en armonía con la naturaleza. Cuando el capital es liberalizado, sólo busca potenciar su tasa de ganancia, en consecuencia todos estos derechos que hemos enumerados se resienten. Las políticas de Macri han traído desocupación, inflación en alimentos, medicamentos carísimos, tarifas de servicios públicos que se fagocitan el ya mermado ingreso familiar, pérdida de ministerios de Educación, Trabajo, Salud y Cultura, un desmonte predatorio de la naturaleza. Acaso la figura del empresario inglés Lewis, el amigo de Macri, resuma mejor que nadie la concentración económica del capital extranjero que excluye a los ciudadanos de su entorno ambiental, bloqueando sólo para sí el Lago Escondido.
Ya el año pasado Alberto Fernández se había referido a la usura para denunciar el préstamo ruinoso con el que el FMI endeudaba al pueblo argentino para salvar la candidatura presidencial de Macri. Esas son las definiciones que esperamos y ponderamos de un presidente. Con esa voluntad política podremos encarar el enorme desafío de los tiempos por venir luego del 27 de octubre.