Minuto Uno | Opinión
Por Juan Carlos Junio
Cada semana que pasa se confirma que el Gobierno ya eligió allanarse en forma irrestricta a las decisiones del FMI, abandonando definitivamente su compromiso con la ciudadanía argentina. El nuevo documento del Fondo estima una inflación del 30,5% para el 2019. Todo indica que se quedó corto porque el mercado local y el propio Banco Central ya la estima en 36%.
El Fondo, también en eso de pronosticar, habla de un desempleo del 9,9%. Está claro que hace un esfuerzo discursivo fenomenal para no llegar al malhadado 10%. El reciente resultado de marzo del 4,7% es una prueba incontrastable del desborde de precios que acosa a la ciudadanía. Pero, además, el Gobierno reconoce que en abril la inflación también será alta y acepta que el Presidente se había equivocado cuando afirmó que sería “facilísimo” bajarla. Es decir, que en esto de la inflación van tirando la toalla, y que prefieren morir con los tarifazos puestos. En ese sentido, ahora a los porteños nos volvió a subir el subte, que se fue a $19 y en mayo se irá a 21, todo lo cual representa un incremento del 180% en un año. A este despropósito tarifario le llaman “sinceramiento”.
En cuanto a los combustibles liberalizados por el Juanjo “Shell” Aranguren aumentaron más de 8% en lo que va del año y seguirán subiendo, lo cual explica que haya menos autos en la calle. En este sentido, según el índice de servicios públicos del Indec, la cantidad de “Vehículos pasantes por peajes en unidades” en las rutas nacionales se redujo en enero 25,8% respecto al mismo mes del año anterior. En tanto, el acceso a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (medida por la misma variable) cayó un 8%, al igual que en las autopistas porteñas.
En cuanto a la actividad productiva, nuevos datos demuestran que sigue cayendo. En febrero la utilización de la capacidad instalada en la industria fue de 58%,8 puntos menos que hace un año. Está claro que toda la economía se está comprimiendo y más aún desde que el Fondo es su verdadero conductor. Al parecer, el agujero negro no hay que buscarlo en la galaxia sino en el pago de los intereses a los prestamistas internacionales.
El presidente Macri nos metió en un “acuerdo” de 57.000 millones de dólares que tendrá que pagar el próximo gobierno. Mucho se habla de una disponibilidad de recursos para los sectores vulnerables, sin embargo, apenas pueden ir a ayuda social 60.000 millones de pesos cuando de intereses de deuda que hay que pagar cerca de 600.000 millones de nuestra moneda. Vamos a traducirlo, la cuenta es fácil: para intereses de la deuda se van a pagar 10 veces lo que se permite para la ayuda social, además nos piden que agradezcamos esa “sensibilidad”.
En este punto la única realidad es que en nuestro país ya hay 13 millones de pobres e indigentes. Para cumplir con el Fondo, además, se practica un nuevo achique del gasto público con metas caprichosas y marketineras como el “déficit cero”, que se muestra como una cualidad pero que en buen romance se trata de rebajar los ingresos de los jubilados para pagar los intereses de la deuda externa. Siguiendo con el Fondo, también instrumenta una política monetaria de tasas de interés astronómicas que deterioran a la producción, a las pymes y al trabajo.
En estos días se anunciarán los “acuerdos” de precios con las grandes corporaciones monopólicas en algunos productos básicos que ya no se pueden comprar de lo caro que están. El jefe de Gabinete señaló enfáticamente en el Parlamento que no habrá “control de precios” ya que iría en contra del dogma ideológico del gobierno (y los intereses de los grandes formadores de precios). Pero cualquier cosa que harán será sólo hasta octubre, por aquello de que “algo hay que hacer” para frenar la sangría de votos. Tal es así que Lagarde salió a hablarle a la oposición, al futuro gobierno diciéndole que “sería una tontería darle la espalda a lo que se está realizando”. Como sabemos, la señora Lagarde, es una ciudadana francesa, que por aquí no la votó nadie; altísima funcionaria de las potencias capitalistas. Ella se permite llamarnos tontos si no continuamos por el camino trazado por el FMI, rumbo al precipicio. Sin embargo ellos le dieron 50.000 millones de dólares a un gobierno en retirada, sin pedirle que muestre un plan de generación de divisas para pagar la deuda, violando las prácticas más elementales de cualquier operación crediticia.
Ciertamente, nuestro país, nuestro pueblo, nuestra economía, tiene la capacidad instalada para arrancar, pero, habrá que rechazar este acuerdo macrista ruinoso y especialmente no aceptar más las “condicionalidades” del Fondo. No hay luz de esperanza en ese agujero negro del ajuste infinito, ya lo vivimos durante décadas, incluyendo a los años noventa que terminó en un desastre para el pueblo y la Nación.
Se trata entonces de volver a estimular el mercado interno, asegurar ingresos a los trabajadores y jubilados que permitan el consumo interno y el ahorro. Esa es la verdadera elección. Hablan de libertad, cuando la ciudadanía no puede elegir nada, no puede elegir invertir, ni ahorrar, no puede elegir gastar en lo básico, no puede proyectar un futuro para sus hijos. Las tarifas tienen que ser acordes con salarios que recuperen su valor de compra y con la producción creciendo.
En cuanto al gasto del Estado, no tiene que estar al servicio de pagar la deuda externa, sino de mejorar la vida de la sociedad, ya que ese es el verdadero mandato democrático de un gobierno. La política monetaria y cambiaria no puede desentenderse de la marcha de la economía nacional, en realidad tiene que fomentar la expansión de nuestra economía, y no reducirla. El crédito debe estar al servicio del trabajo y la producción.
En suma, en octubre tenemos una gran oportunidad de cambiar la historia. Claro que para ello tenemos que, desde ahora, tomar la historia con nuestras manos y ser protagonistas.