Minuto Uno | Opinión
Si hay una vara que el presidente Mauricio Macri mantiene alta es la línea de pobreza. En octubre, tanto la Canasta Básica Alimentaria como la Canasta Básica Total aumentaron 7,5%. En las variaciones anuales están en 51,4% y 54,6% respectivamente, es decir, por encima de la inflación estimada. Así, un matrimonio con dos hijos necesitó 24.241 pesos para no ser pobre, sin contar el pago de alquiler, que es uno de los mayores gastos de un hogar.
Ciertamente, no hay ninguna acción del Gobierno para sanear esta situación. Su única alternativa es acentuar la recesión. Ese es el objetivo y lo está logrando, ya que la caída de la actividad productiva y del trabajo es incontrastable. Resulta inevitable, entonces, una caída severa del consumo que, según la consultora Focus Market, en octubre cayó 3,1% interanual.
Los precios mayoristas, después de haber aumentado el mes pasado 16%, ahora volvieron a la «normalidad», se incrementaron un 3%. Parece que no fue suficiente el atracón del mes pasado. Esos guarismos negativos se van transformando en «lo normal». A este ritmo, los precios mayoristas ya tienen una variación anual cercana al 80%.
Otro ingrediente para empeorar la vida de los usuarios del subte porteño es el aumento constante de la tarifa. Desde esta semana subió otro peso, pasó a 13,50 pesos, y seguirá aumentando así hasta los 16,50 pesos que costará en febrero. En 6 meses la tarifa habrá pegado un gran salto en garrocha de 7,50 a 12,50 pesos y ahora rumbo al fatídico 16,50 pesos. Un triste récord: 100% en 8 meses.
El gobierno se las ha ingeniado para exprimir a los núcleos sociales más humildes y sufridos. Ahora le toca a los monotributistas: si apreciamos objetivamente los hechos, no podemos más que decir que fueron engañados. Con la actualización de los topes (hecha con esa fórmula odiosa del Coeficiente de Movilidad Jubilatoria que combina un 70% de IPC y un 30% de la suba de salarios) los monotributistas que facturaron al ritmo de la inflación de casi el 50%, se han pasado casi 20 puntos respecto al tope irrisorio, por lo tanto, muchos encontrarán que deben subir de categoría.
La baja del consumo tiene su correlato en la caída de la industria. Según FIEL, en octubre cedió 3,6%, su sexta baja consecutiva. De 10 ramas, 7 fueron negativas, destacándose el retroceso en producción automotriz, metalmecánica, químicos y plásticos.
Otra noticia de la semana: la economía en su conjunto volvió a entrar en recesión. Según el EMAE del Indec, en septiembre la economía se contrajo un 5,8% en términos interanuales. Al cumplir seis meses de resultados negativos ingresa técnicamente en la malhadada categoría de recesión.
Y siguen las novedades negativas, en este caso de la OCDE. Mientras el país trata de entrar, el organismo comunicó un empeoramiento de las proyecciones para Argentina en 2019: espera que el PBI se contraiga un 1,9%. Aún peor que las proyecciones del FMI, Banco Mundial, CEPAL y Standard & Poor´s.
El Presidente reiteró su prejuicio contra el cooperativismo. En esta oportunidad contra las eléctricas. El Gobierno emitió un ultimátum para las cooperativas que distribuyen energía eléctrica en el interior del país para que modifiquen el método de facturación. Como dice el Martín Fierro, «La ley es tela de araña…pues la rompe el bicho grande y solo enrieda a los chicos». No olvidar que el gobierno le aumentó las tarifas más del 1.000% a las distribuidoras privadas.
Si al establishment le faltaba un grotesco apareció el empresario Eduardo Costantini. El hombre se lamentó porque «algunos dejamos de ser billonarios».
Los grandes del «campo» ya manifestaron su bronca. El presidente de Confederaciones Rurales Argentinas, Dardo Chiesa dijo «nos llaman para hablar de pelotudeces» y como siempre exige que le bajen los impuestos. Por su parte, un vice de la UIA sentenció «si la sociedad quiere suicidarse seguirá con este modelo» y agregó «son tasas de quiebre para cualquier empresa o persona que las tome. No hay margen para aguantar esta tasa ni acá ni en ningún país del mundo». Por algo en noviembre el Índice de Confianza del Consumidor de la Universidad Di Tella tuvo su mayor caída en los sectores de mayores ingresos.
Todo muy raro: los ricos se quejan de un gobierno de ricos para ricos, mientras las mayorías se desbarrancan por la recesión.