Minuto Uno | Opinión
Mientras el gobierno no logra contener la inflación se consolida el déficit gemelo: se importa más de lo que se exporta y se gasta más de lo que ingresa.
En medio de la euforia por un supuesto boom del consumo, que en realidad fue de apenas un 0,4% anual, el Indec publicó que la inflación de septiembre se disparó a casi el 2%. Después de tanta quita de subsidios y sus consecuentes tarifazos, de tanta beligerancia contra los docentes en las paritarias, de tanta suba de tasa de interés de los créditos que afectan a las PyMEs, resulta que en el tramo final del año, la inflación sigue para arriba, que es como decir que los precios no paran de trepar. En suma, no la pueden controlar. Cuando creen que baja, sube.
El reciente aumento de las naftas (sólo un día después de las elecciones) y los próximos de luz, gas, transporte, monotributo y prepagas también van a pegar en la vida de la mayoría de los ciudadanos. Otra cuestión insoslayable en materia de impacto social es el deterioro sufrido por las jubilaciones y la AUH, que perdieron 7,3% de poder adquisitivo en el año. El gobierno argumenta que las suben, pero su crecimiento es menor que la inflación y más tardío. Lo concretan cuando ya pasaron medio año por debajo de lo que corresponde. ¿Cuánto es medio año para un jubilado? Obviamente muchísimo.
Este combinado de actualizar menos que la inflación y más tarde, afecta a 10 millones de ciudadanos, entre jubilados, pensionados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo. Y todo indica que, a pesar de la dureza de la realidad, intentan presentar la evolución de la economía en situación de mejoría. Sin embargo tenemos déficit gemelos, es decir déficit externo y fiscal: se importa más de lo que se exporta y se gasta más de lo que ingresa.
El gobierno insiste con la apertura de las importaciones, que también golpea a los pequeños empresarios. Y además en creerse aliado de Estados Unidos. Resulta que sus amigos norteños, además de habernos puesto el arancel del 57% al biodiésel, lo cual impide que les podamos vender, ahora agregan una sanción por dumping de un 15% extra. Es decir, el biodiésel tendría un arancel de casi el 72%. Queda claro que habría que elegir mejor a los países amigos. Inclusive el hecho desnuda una estafa a nuestros consumidores, ya que nos lo venden más caro a nosotros y lo ofrecen más barato a los norteamericanos.
Yendo a algunas cuestiones más pedestres, en los primeros 15 días del mes, los alimentos ya subieron un 1% promedio. A este ritmo, octubre terminará un 2% más alto. Decimos alimentos genéricamente, pero por ejemplo la papa negra, o sea la más barata, en medio mes subió un 15%; el tomate perita ya va por el 100% acumulado en el año. Como para tener una idea. No estamos hablando de una TV Led; no: papa, tomate, cebolla. A esta altura resulta lógico preguntarse si están desorientados: los grandes formadores de precios siguen remarcando como siempre y como si nada, y el único remedio al que apelan como un calmante es a mantener las tasas altísimas de las Lebacs para sacar los pesos y evitar la corrida hacia la compra de dólares.
Se habla de la posverdad cuando dicen que está todo bien, aunque choque con la realidad. Pero además de la posverdad, al mismo tiempo aplican otro discurso complementario: el de la ultra-verdad. Una verdad total. Como cuando Marcos Peña advirtió, sin que se le moviera un pelo, que después de las elecciones van a subir las tarifas. Hubo ultra-verdad cuando Juan José Aranguren, el hombre de la Shell, adelantó que iba a liberar el precio de las naftas y que se esperan subas en las estaciones de servicio, lo cual se verificó. Hay ultra-verdad cuando el FMI, los grandes empresarios y todos los economistas liberales del Coloquio de IDEA reclaman y anuncian que habrá más ajuste y se aplicarán las «imprescindibles» reformas estructurales: laboral, provisional e impositiva.
Y para que no queden dudas, «El Mingo» en su retorno también apeló a la ultra-verdad cuando le dijo al diario El País: «Hay una gran coincidencia entre la economía de Macri y la de los 90». Y cuando el periodista le preguntó: ¿Cree que Macri hará el ajuste después de las elecciones?, contestó: «Yo creo que sí. Si lo posterga le puede explotar en sus propias manos». Y si hay alguien que sabe de estallidos es Domingo Cavallo. El problema es que las esquirlas afectan a la gran mayoría de los ciudadanos.