Globos pinchados

Tiempo Argentino | Opinión
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Solo 20 días de políticas económicas macristas permiten advertir la esencia ideológica e instrumental del gobierno de la derecha. Aquellas polémicas engañosas sobre shock o gradualismo y moderación han quedado rápidamente desmentidas por la realidad. Lo cierto es que el conjunto de medidas y definiciones económicas del nuevo gobierno ya está afectando la matriz de distribución de los ingresos y la vida de nuestra gente. La devaluación cambiaria, con su rápido impacto en los precios, y la quita de retenciones agropecuarias e industriales han servido para engrosar de un plumazo los bolsillos de los sectores empresarios concentrados. El precio de estas medidas es la disminución de la recaudación fiscal y la baja en los salarios reales, achicados de hecho por la suba de los precios de la canasta básica fijados por las grandes corporaciones que los fabrican y/o distribuyen. Es en este punto donde los globos de colores de Cambiemos comienzan a pincharse, ya que en esta puja distributiva, los monopolios se han lanzado a maximizar sus ganancias montados en el triunfo electoral del macrismo.

Para los defensores de la teoría del «derrame», que es la lógica que rige los parámetros del actual modelo, la recomposición de la «atmósfera empresarial» y sus mayores ganancias son un remedio amargo que debe tragarse para activar los motores de la inversión privada y el crecimiento, y así sentar las bases de la pobreza cero. Este viejo discurso con nuevo ropaje presenta severas e insalvables deficiencias teóricas, contrastando además con la experiencia más reciente, tanto nacional como internacional. De hecho, en los últimos doce años en nuestro país se demostró que la redistribución progresiva de la renta es una condición necesaria para darle cauce a una sociedad con mayores niveles de inclusión. Sobre esa base se fue generando el crecimiento de la economía, y no al revés.

Un hecho sugestivo es la deliberada ausencia de toda mención a la situación de la economía mundial, lo cual demuestra que el gobierno está ensimismado con la idea de alterar la matriz distributiva para lo cual necesita ocultar las consecuencias de la crisis del sistema capitalista y su impacto en nuestro país. En su último Balance Preliminar, la CEPAL señala que el volumen de comercio mundial continuará en niveles moderados en 2016, y que los precios de las materias primas no sufrirán cambios significativos respecto de los bajos niveles de la actualidad. También prevé que «no es de esperar un repunte de los flujos de financiamiento disponible para los mercados emergentes». Este diagnóstico de un organismo de gran prestigio demuestra que son insostenibles las posturas que llevan a negar el impacto de la caída de la demanda global y la existencia de presiones de las grandes potencias y bloques para colocar sus productos en los países de la periferia, como el nuestro, todo lo cual representa una amenaza a las Pymes y al empleo, teniendo en cuenta que este sector es el principal generador de trabajo.

Según la CEPAL, el PIB de América del Sur caería un 0,8% en 2016, aunque un dato importante es el ritmo del deterioro, ya que las proyecciones anteriores, de tan solo dos meses atrás, consideraban una caída del 0,1%. Si bien el contexto externo atraviesa transversalmente a todas las economías, no las afecta a todas por igual, dependiendo de la postura que adoptan los gobiernos respecto de la intervención estatal para distribuir riqueza en vastos sectores sociales.
Argentina es un caso paradigmático de experiencia económica heterodoxa con resultados positivos que, lógicamente, es rechazado por los voceros de los mercados. En 2015, un año de profunda baja de los precios de nuestros productos exportables, se dejaron sentir los efectos benéficos de las políticas públicas de preservación de ingresos y de expansión del mercado interno. Por esta razón nuestro país habría crecido un 2% durante el 2015, mucho más que el promedio de la región (-0,4% para América Latina y el Caribe). Es este un resultado alentador y una herencia muy diferente de la que se quiere presentar desde el macrismo, y más si se la compara con otros países que, ante un marco global similar, optaron por seguir el recetario de la ortodoxia, que ahora comenzó a imponerse en nuestro país. Es el caso de Brasil, que termina el 2015 con una caída de un 3,5%, y se espera para este año un descenso del 2%. En ese marco, el desempleo creciente (8,9%) funciona como un excepcional disciplinador social para reforzar los márgenes de ganancias de las corporaciones monopólicas, por la vía de la contención salarial.
Brasil constituye un típico ejemplo de la telaraña que tejen las instituciones que en la práctica gobiernan el capitalismo en su fase actual. Inicialmente generan las condiciones para la especulación financiera y un fuerte endeudamiento («grado de inversión» mediante, aunque ahora se lo acaban de quitar). El proceso se torna insostenible ya que, más tarde o más temprano, se debe hacer frente a la presión implacable de los mercados que exigen ajustar nuevamente el gasto, a costa de más retracción de la actividad económica.
En este marco, el reemplazo del ministro de Hacienda «de los mercados», Joaquim Levy, por uno de vertiente heterodoxa, Nelson Barbosa, genera una nueva expectativa y un reconocimiento del fracaso de la lógica neoliberal del establishment financiero.
Los dislates teóricos y empíricos del pensamiento conservador, así como el crítico contexto global, indican que no es posible liberar la economía argentina y dejarla al arbitrio de las fuerzas del mercado. No obstante, ya está en marcha la apertura importadora, la liberación de las tasas de interés y el corrimiento del Estado en la regulación de los monopolios formadores de precios. Todo indica que se ha dado el puntapié inicial para transitar un proceso de concentración de la renta, de achicamiento del mercado interno y de importantes tensiones en torno al empleo.
La agudización de todos estos frentes echa por la borda las principales formulaciones de campaña de Cambiemos, como llegar a niveles de pobreza cero, el mentado eslogan del consenso social y el respeto a las leyes, que hasta el momento ha sido reemplazado por un uso abusivo y antidemocrático del decreto presidencial como forma de gobierno. «

Nota publicada en Tiempo Argentino, Lunes 4 de Enero de 2016

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