Tiempo Argentino | OPINIÓN
El próximo domingo se celebrarán a nivel nacional las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), y como está establecido, a partir de las 8 de hoy regirá la veda electoral.
Por Juan Carlos Junio
El próximo domingo se celebrarán a nivel nacional las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), y como está establecido, a partir de las 8 de hoy regirá la veda electoral.
Nuestro enfoque no se circunscribe a un pronóstico de las tendencias que se revelarán este domingo, sino que propone aportar al debate y a la comprensión sobre esta etapa de la construcción política, frente al exigente reto de una lucha mucho más amplia y contradictoria en el mundo que viene.
El capitalismo tiene una dinámica compleja en la que se articulan distintos niveles de la realidad mundial. En el campo de la economía, las últimas décadas se caracterizaron por un crecimiento inusitado del capital financiero -en sus versiones legal e ilegal (narcotráfico, armas, corrupción, paraísos fiscales)- promoviendo un modelo de acumulación dominante de carácter especulativo en detrimento del desarrollo de la verdadera economía, o sea, de la industria, los servicios, el comercio y el trabajo. Complementariamente, la dinámica productiva, se funda en una imparable concentración de la economía acelerando la oligopolización de las distintas ramas debilitando el espacio de las pymes, lo cual acentúa la brecha de la desigualdad y genera daños irreparables en el tejido social y cultural. El accionar planetario de estas súper corporaciones contiene en su esencia otro elemento sustantivo: la explotación indiscriminada de la naturaleza y sus efectos destructivos de la vida en la Tierra. Todo indica también que este rasgo irracional y de enorme peligrosidad de la actual fase del capitalismo, no ha resultado posible detenerlo ni modelarlo.
En el plano de la política internacional, la hegemonía estadounidense y europea (esta última dominada por los banqueros alemanes) está siendo objeto de profundos cuestionamientos. Como respuesta, emergieron nuevas configuraciones regionales que desafían a la única voz que se oyó en el planeta tras la disolución de la URSS.
El despegue de los BRICS como bloque económico y político y la sumatoria de ASEAN+China han sido el sustento de la transición del mundo unipolar al actual mundo multipolar.
En América Latina, el punto de inflexión en esta dirección se produjo a partir del triunfo electoral de Hugo Chávez Frías en 1998. Tras intensas protestas populares y nuevos liderazgos políticos en casi todos los países de la región, los gobiernos y proyectos cambiaron el sentido de su marcha. La novedad más relevante es la recreación del proyecto de Patria Grande Americana promovido desde la primera independencia. En estos años, la construcción de la Unasur, Celac, ALBA y la ampliación de Mercosur incrementaron notablemente la capacidad política de la región para defender posiciones autónomas y soberanas, consolidar los procesos democráticos y constituir al continente en territorio de paz, a pesar que aún quede por resolver el conflicto emergente de la guerra civil en Colombia y la recuperación de nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, clausurando la política militarista de Reino Unido.
Las decisivas ligazones de la región con China y Rusia han permitido ampliar la gama de alianzas de nuestros países, estableciendo acuerdos económicos y financieros muy diferentes a los promovidos históricamente por el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, la clave política de época es el fortalecimiento de la integración regional americana, ya que sólo desde esa unión podremos enfrentar en condiciones de paridad los desafíos del mundo que viene.
Con el triunfo de gobiernos democráticos nacionalistas, populares y de izquierda se desplegaron originales proyectos políticos con matices y diferentes alcances que transformaron radicalmente el mapa del continente en relación al desolador escenario de los años noventa.
La política ha vuelto a convertirse en una eficaz herramienta de transformación social reparadora y democratizadora. Pero además se ha reinstalado el debate profundo en todo tipo de colectivos -como los sindicatos, universidades, movimientos sociales y culturales; los propios partidos políticos, la juventud e incluso las familias-, lo cual pone de relieve que, efectivamente, hay proyectos en disputa en términos políticos y culturales.
En el caso argentino, las políticas han sido convergentes con otros gobiernos de la región:reparaciòn de viejas deudas sociales, ampliación de derechos culturales, protección del mercado interno, integración territorial y ejercicio de la memoria, la verdad y la justicia con relación a los crímenes de la dictadura cívico-militar.
Advertimos que este proceso fue tumultuoso y contradictorio y que debió enfrentar las furiosas resistencias de los núcleos del poder conservador. En estos años, el poder mediático se ha convertido en la vanguardia y la dirección política del bloque generador de refriegas destituyentes, condicionado a su vez a la estrategia internacional del imperio en el continente. Se libra entonces una batalla mucho más extensa y profunda, sobre cómo será el mundo en las próximas décadas.
Surgen nuevos desafíos en los tiempos por venir. EE UU se recompuso del marasmo que significó el entierro del ALCA en 2005 y elabora nuevas tácticas desestabilizadoras contra los gobiernos populares, con el manifiesto objetivo de retrotraer al continente americano a los años noventa.
A la vez, las grandes conquistas de la década no pueden clausurar el ciclo de demandas postergadas por décadas de neoliberalismo. Nos desafían a definir nuevas metas a partir de las nuevas necesidades.
Como toda construcción colectiva de masas, las fuerzas populares también hacen sus aprendizajes y los propios gobiernos superan dificultades, obstáculos y contradicciones internas.
Las actuales disputas electorales son mucho más que la discusión por la composición de los municipios, las cámaras legislativas y el Poder Ejecutivo Nacional. Se inscriben en una lucha más larga y profunda sobre el destino de América Latina.
La burguesía local, complementando la estrategia del poder político capitalista mundial, se propone en nuestro país la derrota del proyecto kirchnerista a manos de la derecha en cualquiera de sus variantes como un eslabón decisivo de su estrategia de restauración neoliberal. Todo indica que será derrotada, pero a partir del 10 de diciembre asistiremos a una nueva etapa de la larga marcha del pueblo argentino y latinoamericano por dar pasos afirmativos hacia nuestra definitiva independencia económica y política. Ganamos una década y batallaremos en la próxima.