Tiempo Argentino | Algunos economistas opositores
Sostienen sin sonrojarse que el próximo gobierno deberá realizar un fuerte ajuste para que la economía retome la senda de la «estabilidad» y el libre mercado.
Por: Juan Carlos Junio
En un escenario marcado por un proceso electoral en marcha, los economistas del establishment se han lanzado a dar señales claras de las políticas que deberían implementar y defender los principales candidatos de la oposición en el caso de llegar al gobierno. Abiertamente sostienen que, sin importar su signo político, el próximo gobierno deberá realizar un fuerte ajuste para que la economía retome la senda de la «estabilidad» y el libre mercado, al mismo tiempo que proponen volver al Estado ausente, todas medidas características de la «pax neoliberal», inspirada en el thatcherismo y argentinizada por Menem y De la Rúa. En última instancia, los irrefrenables deseos por retomar el control de los resortes gubernamentales constituyen un claro intento por volver a las relaciones carnales de los noventa. Esa hipótesis política implica una profunda amenaza para la continuidad de un desarrollo nacional, industrial y científico autónomo. Por el contrario, los economistas del establishment proyectan un modelo de país excluyente, primarizado y subordinado a los intereses del gran capital transnacional.
El argumento de la inevitabilidad del ajuste carga con un grado de irresponsabilidad alarmante, considerando que hoy el mundo se caracteriza por un bajo crecimiento y una significativa volatilidad financiera enmarcada en una crisis general del sistema capitalista –iniciada en 2008 y que aún continúa–. En el primer caso, vale señalar que, en el actual contexto de caída de los mercados externos, no resulta lógico ni recomendable abandonar las políticas de estímulo del mercado interno. Respecto del mencionado proceso de financiarización de la economía mundial, se sabe que los vaivenes de los mercados internacionales (por ejemplo, la futura suba de tasas en Estados Unidos) establecen serios límites y riesgos a la apuesta de subirse a la rueda del endeudamiento serial típico de la dictadura y los noventa. Esas políticas implicarían un duro golpe a la soberanía nacional económica recuperada en estos años, teniendo en cuenta que los acreedores internacionales suelen responder con corridas cambiarias y financieras –potenciadas por los medios de comunicación– o con fallos agresivos, como los del juez Thomas Griesa, ante cualquier práctica que no esté en sintonía con los parámetros del pensamiento económico que establecen los núcleos de poder mundial.
En consonancia con esta lógica, en su último informe de Perspectivas Económicas Globales, el FMI marcó con claridad la pauta acerca de cuáles son las medidas que deben implementar todos los países para dinamizar la actividad en el mediano plazo. Allí retoma la fracasada idea inspirada en el espíritu del Consenso de Washington, al señalar que «las reformas estructurales son cruciales para estimular la confianza, la inversión y la creación de empleo, y para lograr un crecimiento sostenible y más inclusivo». Entre las medidas específicas que recomienda el documento, reaparecen las reformas del mercado laboral y el retiro de los límites al comercio. Si limpiamos esas frases textuales de la pátina que las cubre, se desnuda su verdadero sentido: apertura indiscriminada a la importación, eliminación de retenciones a los productos primarios y flexibilización del mercado laboral, es decir, volver a conculcar los derechos sociales de los trabajadores.
Conociendo la historia de nuestro país, cuesta creer en la viabilidad de esta perspectiva, especialmente si se piensa en el severo castigo que vienen sufriendo sociedades como las de la periferia sur europea, que para garantizar el pago de las deudas a los prestamistas deben recurrir a severísimos recortes fiscales que obligan a desmantelar los últimos vestigios del Estado de Bienestar, mientras la desocupación les resulta imparable. La impunidad intelectual del FMI parece no registrar límites, teniendo en cuenta que la crisis global ha mostrado el fracaso de las ideas impulsadas por las instituciones de crédito, que en el caso del Fondo incluso muestra el inédito récord de que sus últimos tres directores gerentes (Rodrigo Rato, Dominique Strauss-Kahn, y la actual Christine Lagarde) se encuentran en la mira de la justicia por diversos delitos, que van, según el caso, desde lavado de dinero y fraude fiscal, hasta proxenetismo y negligencia en el reparto de fondos públicos.
Sin embargo, las corporaciones y las oligarquías locales intentan nuevamente darle impulso a la visión neoliberal, en un entorno en el que se evidencia la sintonía entre la derecha vernácula local y las principales usinas de pensamiento mundial. Paradójicamente, resulta francamente alentador que justo cuando algunos vuelven a flamear las desflecadas banderas de la «caída de las ideologías», el gobierno nacional sostenga su visión, sus ideas y la línea económica con firmeza y coherencia. De allí se aprecia claramente que el proyecto es de largo aliento y trasciende la gestión actual. Así, en lugar de hipotecar el futuro arreglando con los buitres, como reclamaban algunos candidatos de la oposición, el país acaba de salir airoso en una colocación de deuda con legislación local (BONAR 2024), sin recurrir a la gestión onerosa –por las comisiones que cobran– de los bancos colocadores. La licitación, a diferencia de lo que suele esgrimir la derecha, resultó sumamente inteligente y prolija, a tal punto que sorprendió al propio Griesa, quien meses antes había amenazado a entidades como el J.P. Morgan para que se abstengan de participar como agentes intermediarios de una hipotética colocación. Es dable señalar que, de los fondos obtenidos, 500 millones de dólares se aplicarán a la construcción de viviendas populares.
En consonancia con lo anterior, la ratificación de las líneas estratégicas también se expresa en la profundización de los vínculos con países como China y Rusia, que marcan el sendero para una integración de largo alcance con los BRICS y los países que conforman el vasto Hemisferio Sur. En el caso de Rusia, durante el viaje de la presidenta Cristina Fernández se firmaron importantes convenios bilaterales para la cooperación en materia de combustibles nucleares, en materia espacial, y se ultimaron los detalles para los proyectos de la represa Chihuido I, en la provincia de Neuquén.
Como puede verse, el mentado «aislamiento» sólo lo ven aquellos que desean volver a las reglas vetustas del mundo neoliberal.