Los entretelones de una significativa reunión en un emblemático lugar: la Sociedad Rural.
Luego de los festejos por el subcampeonato mundial, con particular crudeza retornaron a la superficie muchas de las posturas contenidas de la derecha vernácula, en torno a los temas sensibles de la coyuntura, que se agudizan ante la proximidad de las elecciones presidenciales. Algunas de las críticas recientes se enfocaron hacia las políticas agropecuarias del gobierno nacional, aprovechando el escenario provisto por la gran fiesta anual de la Sociedad Rural Argentina. Allí, un variopinto conglomerado de participantes dio una muestra concreta de las verdaderas alianzas que se vienen tejiendo de cara a 2015, en particular por la confluencia entre los empresarios del Foro de Convergencia Empresarial y algunos políticos como Mauricio Macri, que no dejaron de profesar sus ideas librecambistas por doquier. El mismo discurso de siempre, contenido en frases sueltas como las del alcalde porteño, quien sostuvo que «el campo requiere para su desarrollo reglas de juego claras y liberar la posibilidad de exportación», y que «es posible avanzar con un proceso de quita y reducción de las retenciones de granos y carnes si se administran bien los recursos fiscales». En este punto, Macri no dice cómo sería remplazada esa pérdida de ingresos, por lo tanto debe interpretarse que habría que transitar el viejo y fracasado camino de la reducción del gasto social o el incremento de impuestos que castiga al grueso de la población, tema que conoce bien, a la luz de su gestión en la Ciudad de Buenos Aires.
No dejó de hacer su aporte el candidato presidencial Sergio Massa. Sostuvo -siguiendo la misma línea- que el Estado debe abandonar su rol de «policía del campo», crítica con claro sentido de oportunidad, teniendo en cuenta el abierto rechazo de la SRA a una resolución reciente del gobierno nacional, por medio de la cual se creó un Sistema Fiscal de Trazabilidad Animal que permitirá al Estado identificar el movimiento del ganado existente (nacimientos, muertes, transformación, comercialización, etc.), evitando maniobras de evasión. Para los apologistas del libre mercado estas medidas resultan inconcebibles ya que desafían los principios del reino natural, o sea su reino. Como sabemos, los ruralistas se asumen como «la Patria» desde los inicios de nuestra historia.
Con la misma tónica es factible interpretar el abrumador silencio en torno a un acontecimiento de suma relevancia como fue el encuentro de los BRICS, en el que se materializaron acuerdos trascendentes, no sólo económicos sino también geopolíticos, que afirman una nueva perspectiva histórica para nuestro país y América Latina respecto del actual orden internacional.
Esta estrategia coloca en contradicción la línea que durante dos siglos determinó que el continente fuera zona exclusiva de EE UU, según fue determinado por entonces mediante la doctrina Monroe. La creación de un banco de desarrollo conjunto, que también podrá ser utilizado por otros países de economías emergentes, y la puesta en marcha de un fondo contingente de reservas para prevenir crisis de balanza de pagos y darles estabilidad financiera a los países miembro, constituyen dos hechos absolutamente novedosos y relevantes. Tal vez estas dos grandes iniciativas constituyan el principal desafío que hayan enfrentado las instituciones del capitalismo global tras la caída del bloque socialista, ya que marchan hacia la constitución concreta de una nueva arquitectura financiera alternativa a la creada por el capitalismo luego de la Segunda Guerra Mundial.
En esta clave, y retomando lo ocurrido en La Rural, merece un párrafo aparte la participación de Pedro Camargo Neto, ex secretario de Producción del Ministerio de Agricultura bajo la presidencia de Fernando Henrique Cardoso, quien sostuvo que Brasil no debe «apostar a los BRICS», porque «son países que tienen poco en común» y que «las negociaciones importantes pasan por la OMC». Se trata de un típico ejemplo de anteojera ideológica, que en este caso fue comprada de manera consciente por un representante del neoliberalismo, incapacitado para reconocer los cambios que se vienen generando en un mundo que va dejando atrás un sistema unipolar, los avances concretos que han mostrado los BRICS y la situación de virtual estancamiento que padece actualmente la Organización Mundial del Comercio. La definición de este auténtico lobbista de las corporaciones mantiene una correspondencia absoluta con los principios que sostiene el mencionado Foro de Convergencia en nuestro país, cada vez más cercano a los principios que rigen a la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú), la niña mimada del establishment global, «el mejor prospecto para el crecimiento y la prosperidad», y «el nuevo modelo latinoamericano», según lo expresara el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, un reconocido «think thank» norteamericano.
Pero la derecha vernácula también se pronunció en la cuestión de los fondos buitre. Aquí resulta útil asociar los conceptos vertidos por el, literal, «grupo de tareas» estadounidense, American Task Force Argentina (ATFA, por sus siglas en inglés), que en su página no dudó en capitalizar la opinión del Foro de Convergencia Empresarial y en mencionar a algunos de sus miembros, como es el caso de Jaime Campos, de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), o de Diego Pérez Santisteban, titular de la Cámara de Importadores. ATFA tampoco se privó de mencionar al periodista Joaquín Morales Solá y además se constituyó como agente de prensa de candidatos presidenciables como Macri, Massa y Scioli, aunque este último rápidamente se desmarcó.
Lo cierto es que en la disputa por la opinión pública, que venimos planteando en esta columna como un tema central, el gobierno nacional va conquistando cada vez más adhesiones entre nuestros ciudadanos y también en el exterior, ya que su estrategia está siendo valorada positivamente por su firmeza y su inteligente sentido de la negociación. En el fondo, y más allá de la retórica del caso, la mención del ATFA constituye una clara muestra de la confluencia ideológica y de intereses entre la derecha de cabotaje, que según le convenga sigue recurriendo a todo tipo de caras y caretas, y lo más rancio del establishment financiero internacional. Seguramente volverán a intentar medrar con la idea del caos y el miedo, pero nuestro pueblo cada vez tiene más claro que hay vida después de Griesa y que siempre lo esencial está en la unión en defensa de la Nación y de nuestros recursos económicos, naturales y culturales.