Tiempo Argentino | El después del fallo del juez griesa
Nuestra democracia se fortalecerá si el conjunto de las fuerzas políticas y sociales fuera capaz de privilegiar los intereses de la Nación, sin especulaciones ni oportunismos electorales.
Como es de público conocimiento, ayer la Argentina procedió al pago de los servicios de sus bonos bajo legislación extranjera por el equivalente a 832 millones de dólares. A través de un comunicado, el gobierno sostuvo que «este pago se realiza en virtud de la dirección soberana de la Argentina que ratifica su firme e irrestricta voluntad de honrar sus deudas». Señala además, «que esta decisión soberana implica advertir de las consecuencias de sus actos a los EE UU por la responsabilidad internacional que le cabe por las decisiones de su Poder Judicial, al agente fiduciario, a las entidades financieras involucradas, a los litigantes, y al mismo juez Thomas Griesa, respecto de eventuales acciones judiciales que nos permitan hacer valer legítimamente nuestro derechos». A la inversa de la posición de diversos sectores del establishment local, que daban por descontado un giro copernicano del gobierno argentino, lo ocurrido demuestra una vez más su firmeza para hacerle frente al conjunto de buitres que buscan llevar a nuestro país a una nueva situación de default.
El fallo de la justicia de EE UU sobre la cuestión de los fondos buitre puso en evidencia el complejo entramado de intereses que se encuentran en disputa en torno al tema de la deuda externa, a todas luces una de las vigas maestras sobre los que se configura el funcionamiento del sistema capitalista en su fase actual. En este marco, es importante poner en perspectiva los numerosos apoyos que Argentina ha recibido de países e instituciones que ocupan un lugar clave en el funcionamiento de las finanzas internacionales. También resulta central mencionar la postura de ciertas personalidades políticas que en esta disputa se autorrepresentan como aves carroñeras que forman parte de nuestro hábitat natural. Ciertamente, algunos sectores se muestran decididos a encolumnarse detrás de los argumentos e intereses de los buitres, quienes han venido desplegando todo su poder de lobby en los tribunales de Nueva York, aunque en su momento hicieron una escala en la justicia de Ghana para embargar nuestra Fragata.
Por el lado de los apoyos obtenidos fronteras afuera, además del que brindaron países como Brasil, México y Uruguay; instancias como Unasur, Celac, Mercosur y el G-77 + China, integrado por 133 países, la postura Argentina sumó en su momento la adhesión de gobiernos como el de Francia o Estados Unidos. También de un grupo muy numeroso de parlamentarios británicos y premios Nobel. Este miércoles, la ONU consideró «que la crisis provocada por los ‘fondos buitre’ contra Argentina amenaza con tener profundas consecuencias para todo el sistema financiero internacional», y agrega que la interpretación de la cláusula pari passu es «inaudita», señalando de modo implícito que el fallo erosiona la inmunidad soberana. El apoyo del gobierno de Obama, contrario a la postura que terminó prevaleciendo en la Corte Suprema estadounidense, no deja de ser una muestra contundente de la puja política interna que expresa a distintos sectores del establishment; una suerte de continuidad de las mismas contradicciones que se presentaron en la discusión parlamentaria en el momento de la aprobación del presupuesto de su país, a tal punto que los sectores ultraconservadores hicieron que la principal potencia del planeta caminara por la cornisa de la cesación de pagos, sin inmutarse siquiera por las consecuencias que ello traería aparejado para el sistema económico y financiero global, y para sus propios ciudadanos.
Otro de los que han mostrado su preocupación por el fallo fue el FMI, institución que mantiene su prédica neoliberal y busca perpetuar las bases del subdesarrollo para los países del denominado «tercer mundo», cuyos dos ejes principales son el endeudamiento permanente y las restricciones para aplicar políticas soberanas a los Estados endeudados. La postura del FMI es compartida incluso por medios de prensa conservadores como la ponderada revista Foreing Affairs y el Financial Times. Estos posicionamientos no expresan una vocación de apoyo a la posición argentina por su política de ruptura en relación con el pago de su deuda externa, sino más bien una seria preocupación por los problemas que este antecedente le traería al propio sistema, ya que en el futuro será más difícil llevar adelante reestructuraciones de deudas soberanas. En suma, se obtura la regeneración y continuidad del mecanismo de préstamos, extracción de riquezas, crisis económica y social y, fundamentalmente, reestructuración de pasivos. Se lo podría titular: «Neocolonialismo sustentado en la deuda externa.»
Teniendo en cuenta que todas estas declaraciones fueron emitidas luego de que se conociera la decisión de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, y no antes, cobra sentido la idea de que al FMI no le importa modificar las condiciones que rigen la acumulación capitalista actual, sino hacerla sostenible en el tiempo, equilibrando el ciclo. Además, siempre sobrevuela la idea de aplicar a nuestro díscolo país una medicina sancionatoria por haber tenido la audacia de negociar con firmeza el mayor default soberano de la historia reciente, con una punción de la deuda que también es la más grande que se hizo, con un importante estiramiento de plazos. Al establishment financiero internacional le resulta imperioso que el «mal ejemplo argentino» no sea emulado por otros países. A las contradicciones que desnudan la existencia de facciones en el propio seno del capitalismo global hay que sumarles los comportamientos de ciertas especies nativas que se apuraron a embanderarse con los buitres.
Se destacan aquí algunos comportamientos peculiares. De hecho, se han escuchado frases interesantes, como las del alcalde porteño, Macri, quien señaló que «ahora hay que ir, sentarse en lo del juez Griesa y hacer lo que diga, y si hay que pagar al contado se pagará al contado». Por su parte, Laura Alonso, diputada del PRO, pidió que la presidenta «evite cargar contra la Corte de Estados Unidos», apelando a un supuesto institucionalismo que de hecho justifica lo actuado por la Corte norteamericana. Mientras tanto, la diputada Carrió emparentó la situación «con un autogolpe», sosteniendo además que «el gobierno busca crear un clima prebélico». Estas conductas políticas terminan siendo funcionales a los intereses de los buitres y de los sectores extremos del poder financiero internacional.
Nuestra democracia se fortalecerá si el conjunto de las fuerzas políticas y sociales es capaz de privilegiar los intereses generales de la Nación frente a una acción tan extrema de la usura internacional. Confiamos en que será mayoritario el núcleo que se opondrá a los buitres, sin especulaciones ni oportunismos electorales.