Tiempo Argentino | El problema del transporte público
Todos los días padecemos los viajes en colectivo, los embotellamientos, las pésimas condiciones en que se viaja en subte.
No es necesario un relato exuberante para llamar la atención acerca de la situación crítica que atraviesa el transporte en la ciudad de Buenos Aires. Todos los días, quienes la transitamos, padecemos los viajes largos en colectivo, los embotellamientos, las pésimas condiciones en que se viaja en subte y hasta transportarse en taxis se ha transformado en un verdadero incordio.
La explicación de fondo podemos encontrarla en la lógica misma del modelo de gestión que lleva adelante el gobierno de la Ciudad. Empresas privadas que buscan maximizar sus ganancias a costa de la calidad de vida de cientos de miles de usuarios que recorren todos los días las calles de Buenos Aires.
En una ciudad con más de 3 millones de habitantes, cantidad que se duplica diariamente con quienes vienen a trabajar o a estudiar desde el conurbano bonaerense, el papel del transporte público es esencial. Un buen sistema, que combine los distintos medios de transporte, no sólo desalentaría el uso del automóvil con sus consecuentes embotellamientos y la polución que genera, sino que además le permitiría a la gente recuperar horas de tiempo perdido para estudiar, estar con la familia o disfrutar como tiempo libre.
Pero la realidad es que las políticas de transporte en la Ciudad se rigen por principios exactamente opuestos, a los que hay que sumar los aumentos en las tarifas que se implementaron en el subte, incluso antes de hacerse cargo de la gestión. La reciente inauguración del Metrobus de la Avenida 9 de Julio, cuyo trayecto es paralelo a la línea C del subte, no termina de entenderse, sobre todo por la concentración de tráfico que genera en la superficie. Lejos quedó aquella campaña del año 2007, en la que Mauricio Macri prometía el crecimiento de la red de subterráneos, agregando como golpe de efecto el ya célebre: «no vamos a ser tan estúpidos que no podamos construir diez kilómetros por año». Hoy, el Gobierno de la Ciudad, con la fuerza de los hechos, desnuda su verdadero pensamiento: nunca se propuso extender la red de subtes. Por eso no hizo ni un kilómetro en seis años. Siempre creyó en la construcción del Metrobus que, más allá de que en algún caso pueda dar resultado, es una respuesta temporal y parcial a la crisis generalizada del transporte en nuestra ciudad.
Para nosotros, pese a todos los problemas conocidos, el subterráneo sigue teniendo muchísimas ventajas por sobre el transporte colectivo. Pero donde el Gobierno de la Ciudad «muestra la hilacha» es en el costo para el usuario. Luego del tarifazo de enero de 2012, que llevó el boleto de 1,10 a 2,50 (aumento del 127%), se registró una caída de pasajeros inédita en los últimos 20 años. Para darnos una idea, en 2012, el subte transportó 241 millones de pasajeros, una cantidad similar a la que transportó en los años 2001, 2002 y 2003, es decir en plena crisis con decenas de miles de desocupados. En las líneas A, C, D y E la caída de pasajeros fue superior al 20%. En particular, llama la atención el dato de la Línea C -la más afectada- ya que el Gobierno de la Ciudad acaba de erogar unos 112 millones de pesos para construir 14 estaciones de Metrobus, en un recorrido prácticamente igual al de la línea subterránea.
Según un informe de Surdesarrollo, un grupo de jóvenes investigadores en economía del Centro Cultural de la Cooperación, con la plata gastada en el Metrobus se podrían haber adquirido dos formaciones nuevas para la línea C (es decir, 12 vagones) y retomar la frecuencia disminuida tiempo atrás.
Recientemente SBASE (Subterráneos de Buenos Aires) comunicó que la tarifa técnica para mantener los costos de operación del subte, sin necesidad de subsidios, asciende a $7,47. ¿Será esa la tarifa que Macriquiere aplicar en cuanto caigan las cautelares que le impiden aumentar?
Tal como también señala el grupo Surdesarrollo, del Mensaje de Presupuesto General 2013 presentado por el gobierno porteño, se desprende su visión del rol del Estado. Figura allí que mientras los servicios económicos aumentan para el proyectado en 2013 un 14% (con respecto al vigente 2012) el rubro transporte es el único que se reduce en un 4%.
Lejos de destinar recursos a un área de vital importancia para la vida de nuestros ciudadanos como es la de transporte, la misma está siendo desfinanciada; además de la política de sub-ejecución presupuestaria que se practica en la mayoría de las áreas que la gestión PRO no considera vitales para propagandizar su modelo. En el informe mencionado, en relación al transporte, se encuentran algunas alusiones esclarecedoras con respecto al tema subte. En la página 103 se puede leer: «El acento está puesto en mejorar e incentivar el transporte público de superficie, la calidad del servicio de taxis y regular la actividad de remises, mensajerías y servicios de delivery». Y unas líneas después hace referencia, fundamentalmente, a lo que se conoce como el Sistema de Transporte Público en Bicicleta (STPB). Una vez más confiesa la subestimación del subte y su obsesión por las bicisendas.
Pasando en limpio: el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no toma al subte como un servicio estratégico, todo lo contrario, profundiza su crisis marginándolo cada vez más del presupuesto, de modo tal que sólo será rentable a costa de los bolsillos de los usuarios. En buen romance, un modelo de ciudad con un subte en el que viajen la mitad de los pasajeros actuales, que pagarán una tarifa mucho más cara. Los demás, afuera. Tendrán que viajar en ómnibus, que tienen un precio del boleto subsidiado por la Nación y obviamente con una sobrecarga de pasaje. Para los demás se realiza una mega-obra de dudosa utilidad como el Metrobus sobre la Línea C, y se sigue predicando demagógicamente sobre las bondades del ciclismo urbano como estrategia de complementación al ómnibus. Surge inevitablemente un gran interrogante: ¿es lógico pretender que el transporte público de una gran ciudad como la nuestra, se sustente en la extensión de la red de Metrobus y de bicicletas? Todo indica que con estas ideas del macrismo, los porteños tendremos un transporte cada vez más caro y penoso.