La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:
RENDIR HOMENAJE A LA MEMORIA DE AUGUSTO CÉSAR SANDINO, GENERAL Y HÉROE NACIONAL DE NICARAGUA ASESINADO EL 21 DE FEBRERO DE 1943, EN LA CIUDAD DE MANAGUA.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
En la ciudad de Managua, al amparo de la noche, un oscuro 21 de febrero de 1934. Augusto César Sandino, el general nicaragüense que había vencido al ejército de Estados Unidos unos meses antes, sería emboscado. Varios oficiales le capturaron por orden de Anastasio Somoza, dictador del país y fue ejecutado junto a dos de sus oficiales de confianza. Esa noche murió un hombre y nació un mito: el del ‘general de hombres libres’, un héroe nacional ya eterno en Nicaragua. Setenta y nueve años después de su asesinato sigue siendo respetado por sus connacionales independientemente de ideologías políticas y por todo el continente latinoamericano.
«Sandino es un héroe nacional establecido en la conciencia de la gente. Representa la lucha por la soberanía de la patria, el coraje de un pueblo pequeño y pobre frente a un coloso, la dignidad, la épica y vivir como se predica. La gesta de Sandino fue la de vencer a uno de los ejércitos más preparados del planeta desde las montañas de Las Segovias con unos efectivos iniciales de 30 hombres y 40 rifles. Todo comenzó en diciembre de 1926, cuando EEUU invadió por enésima vez Nicaragua para proteger sus intereses en la zona.
En 1928, sin embargo, los liberales acordaron con EEUU el fin de la guerra mediante el ‘Pacto del Espino Negro’. Sandino se sintió traicionado, no aprobó el acuerdo y comenzó su propia guerra con un puñado de hombres: «No me vendo, ni me rindo. Yo quiero patria libre o morir», dijo el general de hombres libres. Estaba resuelto a no abandonar las montañas hasta que quedase «un solo gringo» en Nicaragua.
Tanta popularidad había alcanzado su lucha que en 1930 EEUU creó la Guardia Nacional para combatirle y puso a su mando a Anastasio Somoza. No surtió efecto y los hombres de Sandino ganaron la guerra en 1933. Pocos meses después el general era asesinado y comenzó el ascenso de Anastasio Somoza, patriarca de una dictadura que gobernaría Nicaragua durante cuatro décadas. Sólo la victoria revolucionaria del FSLN acabaría con la dictadura en 1979.
Hoy en día se considera a Sandino como el estandarte de su nación junto al poeta Rubén Darío. Una gran estatua con su perfil domina Managua desde la loma Tiscapa, donde antaño se situaba el palacio de los Somoza.
Por todo ello, y constituyendo nuestro deber como legisladores reconocer a nuestros héroes, pongo este proyecto a disposición de mis pares solicitando su apoyo.
Firmantes: RAIMUNDI, CARLOS ALBERTO – FERREYRA, ARACELI – BRAWER, MARA – HELLER, CARLOS SALOMON – SEGARRA, ADELA ROSA – JUNIO, JUAN CARLOS – GROSSO, LEONARDO.