EXPRESAR PESAR POR LA MUERTE DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA, COMANDANTE HUGO RAFAEL CHAVEZ FRIAS, OCURRIDA EL 5 DE MARZO DE 2013. (0782-D-2013)

La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Resuelve declarar su más profundo pesar por el fallecimiento del Señor Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, ocurrido el 5 de marzo de 2013. Su entrega y compromiso con la Justicia Social, la dignidad de los trabajadores; su lucha a favor de los más humildes y contra todos los grupos económicos y de poder; y su apasionado antiimperialismo, lo convirtieron en un líder excepcional.


FUNDAMENTOS

Señor presidente:

La muerte del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, comandante Hugo Chávez Frías, nos llena de dolor y tristeza. En todos los rincones del globo, y especialmente en todas las latitudes de nuestra Patria Grande latinoamericana, Chávez ya es recordado por su inmensa visión y audacia política, su fortaleza contra toda adversidad y su liderazgo proyectado más allá de las fronteras de su nación. Los que lo apoyamos y seguimos en todos estos años, recordaremos también las obras a las cuales se dedicó ese liderazgo tan excepcional: su entrega a la causa de la Justicia Social, la dignidad de los trabajadores, la lucha por los más humildes, su enfrentamiento con todas las oligarquías, políticas y económicas, y su apasionado antiimperialismo.

Lo recordamos con la pasión con la que se recuerdan los líderes, dimensionando su huella imborrable y asumiendo el compromiso de no bajar jamás los brazos, para que sus sueños sean las realidades urgentes de la Patria Grande, desde la fortaleza del enorme camino recorrido en todos estos años.

Hugo Chávez fue, en primer lugar, el pionero en las ideas. Hacia fines de los noventa, y en plena noche neoliberal, en su campaña electoral nos dio la oportunidad de escuchar una voz disidente al consenso de las recetas que, emanadas desde los centros de poder mundiales, eran aceptadas, compartidas y aplicadas por la casi totalidad del espectro político de derecha de nuestro país hasta, lamentablemente, ciertos sectores de la izquierda. Mientras la gran parte de las fuerzas políticas mayoritarias de la Argentina se esmeraba en mostrar su docilidad y continuismo con respecto al grueso de las políticas del «Consenso de Washington», desde Venezuela llegaba un discurso distinto. Recuperando valores políticos que parecían irremediablemente «demodés» en el discurso político de las elites, en Venezuela se volvía a hablar de unidad latinoamericana, antiimperialismo, justicia social y socialismo.

Chávez, como él dijo, ya no era el mismo; era un pueblo, era Venezuela, era América toda. Era la continuidad de las batallas emprendidas por los pueblos originarios, por Bolívar y San Martín. Su inspiración histórica e ideológica esencial fue bolivariana y siempre destacó su relación política y personal con Fidel y la Cuba revolucionaria.

Hugo Chávez fue también, y ése será, por su aporte principal como político, un pionero en la puesta en práctica de esas ideas desde el gobierno. Con la victoria de 1998 y la asunción al gobierno en 1999, la nueva República Bolivariana señaló un modelo ya no sólo a nivel del discurso, sino también desde la práctica en el gobierno del Estado, de una alternativa política al neoliberalismo en América Latina, plasmada inclusive en nuevos ordenamientos constitucionales. Desde Caracas, toda la potencia de la acción política estuvo puesta en ayudar a las fuerzas del campo popular en todo el continente a cambiar el rumbo, a encontrar un camino que pueda aunar lo que parecía dividido para siempre en nuestra historia: el ejercicio del poder del Estado y el gobierno transformador y revolucionario. Así, se producía también en Venezuela una vez más la unión virtuosa que articuló gran parte de los procesos de cambio más duraderos en nuestra región: la del nacionalismo, la izquierda y las corrientes cristianas para la Liberación, enmarcadas en la lucha emancipadora de la Patria Grande.

Hugo Chávez fue a la vez pionero en la construcción de un nuevo concepto político de la integración regional y la unidad sudamericana. Para lograrlo, puso todo el peso geopolítico de Venezuela en esta apuesta, alterando la ecuación de poder en la región, inaugurando un nuevo multipolarismo, dando aire político y económico a los nuevos gobiernos nacionales y populares, y posibilitando, con su ayuda y apoyo, el fin de la dependencia con la política exterior norteamericana. En 2005, en la ya famosa Cumbre de Mar del Plata, juntos los nuevos gobiernos se enfrentaron al entonces presidente George W. Bush y lograron lo que parecía imposible, la derrota definitiva del ALCA. La construcción de la UNASUR y la ampliación del MERCOSUR, las iniciativas compartidas en los ámbitos de la infraestructura, la educación, la salud y tantos más, mostraron en la práctica y en el día a día los alcances de esta nueva integración, con Venezuela siempre en un rol central y en la misma sintonía que el Gobierno argentino del entonces presidente Néstor Kirchner. Las banderas del antiimperialismo como condición de un desarrollo más igualitario de los pueblos se izaron a lo largo y a lo ancho del continente desde principios de este siglo. Y lo hicieron con los líderes populares gobernando las naciones de la Patria Grande, construyendo poder popular a fuerza de protagonismo social, inclusión y consagración de derechos políticos, sociales, civiles y económicos.

En muchos aspectos, entonces, Venezuela es pionera y condición de posibilidad de las nuevas experiencias políticas, que la mayor parte de las veces debutaron en el marco de un escenario catastrófico en términos socioeconómicos y frágiles desde lo político.

Porque, es necesario recordarlo, Hugo Chávez fue pionero en la ayuda política y económica a la Argentina, luego del colapso neoliberal. En nuestro país, la devastación que dicho modelo dejó en su implosión seguía casi intacta cuando el gobierno de Néstor Kirchner llegó al poder el 25 de mayo de 2003. Con Kirchner se llevaron adelante las medidas necesarias para retomar los destinos políticos de la Patria, devolviéndole al Estado la capacidad de incluir a los millones de argentinos que habían sido desplazados. En todo este proceso, la Venezuela de Chávez se mostró solidaria con la Argentina y el nuevo proyecto nacional que se iniciaba, apuntalando la recuperación económica y la reconstrucción del Estado que estaba teniendo lugar. Desde ese momento, el proyecto nacional, popular y democrático, inaugurado por Néstor Kirchner, aun en sus momentos de mayor debilidad, siempre contó con el apoyo irrestricto del movimiento político liderado por Chávez, «en las buenas y en las malas». El fallecimiento de Néstor y la solidaridad política demostrada por el Comandante con nuestra compañera presidenta Cristina Fernández de Kirchner en esos duros momentos, es tan solo uno de esos ejemplos.

El desafío que nos queda por delante es enorme. Chávez, al igual que Néstor Kirchner, sigue y seguirá presente en la profundización del camino de organización popular. Profundización que, junto a otras organizaciones del campo popular, desde Unidos y Organizados y con el liderazgo de Cristina, asumimos con pasión y compromiso militante.

Nuestros modernos pioneros Hugo Chávez y Néstor Kirchner soportaron en sus espaldas y en su salud el peso de la epopeya que significó este nuevo rumbo, con todas sus dificultades. En esta etapa maravillosa que nos toca vivir, tenemos la tarea de hacer cada vez más amplia, más popular y más profunda la construcción de una América justa e igualitaria, con la firmeza y la conducción de nuestros gobiernos y con la fortaleza y el poder transformador de nuestro pueblo.

Por todo lo expuesto, Sr. Presidente, solicitamos la aprobación del presente Proyecto.

Firmantes: HELLER, CARLOS SALOMON – JUNIO, JUAN CARLOS – HARISPE, GASTON.

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