Victoria. Por Juan Carlos Junio.

Tal como lo venían vaticinando las encuestas tildadas de serias, Hugo Chávez Frías ganó su décima cuarta elección este domingo 7 de octubre, con un 55% de los votos contra 44% del candidato de la unidad opositora, Henrique Capriles Radonsky.

En lo que respecta a la revolución bolivariana, este triunfo le da un nuevo empuje y reafirma su legitimidad para profundizar y avanzar hacia la construcción de lo que el Presidente reelecto llama “socialismo del siglo XXI”.

Quien haya conocido la Venezuela reciente, y haya podido palpar los logros que su pueblo conquistó gracias al proceso liderado por Chávez, sabe muy bien que ese rumbo popular no podía ser derrotado. Basta constatar las cientos de miles de viviendas que se han entregado, de un audaz plan de dos millones. El avance de los planes sociales concentrados a través de las llamadas “Misiones”, han permitido una reducción sustancial de la pobreza y la indigencia. El crecimiento de las matrículas escolares es notable en todos los niveles. La atención primaria de la salud resulta envidiable por parte de otros países latinoamericanos. En materia de calidad de la democracia, se ha desarrollado un proceso de delegación por parte del poder central a los Consejos Comunales, verdaderos poderes democráticos de base que se encargan de administrar y gobernar el presupuesto integral de cada comuna o municipio.

Este gran pronunciamiento del pueblo venezolano consolida la integración que se viene construyendo y militando en la región sudamericana, cuya expresión es la UNASUR y también el nuevo MERCOSUR, fortalecido y puesto en consonancia con los nuevos vientos a partir de la incorporación de la propia Venezuela; y por supuesto se afirmó también la CELAC en América latina y el Caribe, esta especie de OEA sin EE.UU. y Canadá, sin “Carta Democrática” ni TIAR, ni ministerio de colonias.

El pueblo se volcó masivamente a las urnas demostrándose a sí mismo y al mundo que lo observaba, que la Democracia y la Libertad de la Venezuela Bolivariana es una firme y hermosa realidad.

Por todo ello afirmamos que el triunfo de Chávez es el triunfo de la esperanza y la alegría, sentimientos tan postergados en nuestra sufrida América.

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